Sonará irónico el decirte
Palabras tiernas en vez de no bendecirte,
Pero quiero recordarte,
Tal cual como cuando me desvivía por amarte.
No ve justicia alguna,
Para ti y menos para mí,
Tratarte de pobre infeliz,
O de pensar en dañarte.
Que no fue lo que quería,
Y sí, eso me hace llorar,
Pero no debo ser un infante,
Que desea lo suyo, a como dé lugar.
Esta decisión de alejarnos,
Fue real cosas de los dos,
No rezongo el haberte conocido,
Pues sé que lo designó Dios.
Del sufrir se aprenden mil lecciones,
Aplicarlas es lo mejor,
Un de ellas es tener mejor tino,
Otra es no hundirse en el dolor.
Lloraré, para sacar lo amargo,
Y dejarme toda la dulzura,
Observar la vida igual de pura,
Recordar que estoy aquí por y para algo.
Hasta con orgullo agradezco,
El que de mí te hayas ido
Porque sé que no merezco,
Dormir con un ser enemigo.
Ver hacia atrás para rencores,
Es tontería habitual,
Yo de ti decanto el mal,
Y disfruto los momentos de amores
Si conseguí alguien que no es,
Como ha sido este tu caso,
No creo toparme ante el fracaso,
Vigilaré más a dónde van mis pies.
Y estudiaré, trabajaré y me sentiré con vida,
El deseo y vigor, sanarán la herida,
Las sonrisas serán parte de mis días,
El cenit de la felicidad, tendrá para mí múltiples vías
Ya verás que Dios me redimirá,
Con un amor que si me estime,
Y si tú a alguien consigues,
Lo que me hiciste, por favor
¡NO LO HAGAS MÁS!
Y esperaré aunque no sepa quién será esa persona, no soy esa única alma que se hace esa pregunta repetitiva, ya la tuvo Pedro Infante, con dudas, pero la esperanza viva: ¿QUIÉN SERÁ?
Este artículo lo pensé sólo en el título, no en el cuerpo. Los dedos transcribían lo que les dictaba un no sé qué de mí. Eran palabras silentes que en mi vivían, seguramente tenían años acumuladas por saber bien qué es el no ser amado.
ResponderEliminarQué complejo y sorprendente es el cuerpo humano, cuando está relleno del alma...