lunes

Carta al Niño Jesús Amado


Niño Dios, hoy quiero recordar aquellos años de mi niñez, cuando te escribía una cartica con una lista de los regalos que yo quería la noche de Navidad.

Te decía que te quería mucho y me perdonaras por haberme portado mal, o si me había peleado con alguien o contestado mal a mi mamá o papá o no haber rezado; y entonces te pedía me regalaras un View Master, un robot y... etc.

Después, ponía la cartica ajustada al pie del arbolito, siempre antes del 15 de diciembre por recomendación de mis padres para que pasaras a recogerla y el 24 de diciembre, llegaran mis regalitos.

Me dormía temprano y soñaba con la emoción esperando tu llegada, mis padres me decían que debían levantarse a ayudar al Niño Jesús pues él llegaba, los dejaba y ellos debían acomodarlos, que nosotros los niños no podíamos ver eso.

A cada momento me despertaba para ver si el sol aparecía e ir a buscar mi juguete.  Es lo más hermoso de las navidades de mi niñez, no el regalo, la emoción y el saber que fui digno de ti.

Hoy, después de tantos años, te escribo de nuevo, esta vez sin la inocencia de mi niñez y más consciente de como actúas y obras en cada petición que te hacemos, que siempre estás a nuestro lado y tú eres el amigo bueno que nunca falla, mi fe antes era la inocencia y ahora un don que me regalaste.

Por eso te pido Divino Niño Jesús, a quien quiero renovar mi amor en esta Navidad, que escuches mis ruegos y plegarias por el bien de toda la humanidad, que nos perdones por tantos pecados y ofensas cometidos y tengas misericordia de nosotros los pecadores.

Que bendigas a todos los hombres y las mujeres, niños y niñas, adolescentes y seres de la creación de La Tierra y regales mucho amor, caridad, reconciliación y solidaridad; que no se quede ningún ser sobre la tierra sin recibir el pan bendito del cielo, que bendigas las familias y les inspires y ayudes para que reparen la vivienda, alimento, salud, abrigo, educación, trabajo, etc.; y que todos los niños reciban su juguete de Navidad, con su enseñanza y valoración, más allá de lo material.
También te pido que bendigas a todo núcleo familiar, a cada miembro de ella, mi hogar y todos nuestros proyectos, tú nos conoces y sabes nuestras necesidades, te pido que nos llenes con tu amor y nos proporciones salud, bienestar, paz y prosperidad en nuestras vidas y salvación en la venidera.
Ven Jesús y satisfácelas a plenitud como solo tú puedes hacerlo, tu eres Dios y yo confío en ti.

Me despido Niño Dios, dándote las gracias por los milagros y peticiones que en este momento nos has concediendo y por aquellos que oportunamente llegaran, por esa tu gran misericordia y poder infinito y para la Gloria de Dios Padre, Amén. ¡Bendito y alabado seas Jesús, por todos los siglos de los siglos, Amén!

No hay mayor amor que el de Dios, y eso es lo mejor que le podemos ofrecer a él a través de nuestros actos para con los demás.

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