Colaboración
Original para Romantistech de: Carla Cárdenas
Twitter:
@ccardenasca
Esto de no ser eterno se convierte en
un problema de pronto, porque ayer estaba decidido a enterrar a toda mi
familia, a creer en la redención y explorar criaturas misteriosas, pero alguien
intempestivamente decide arreglar las cosas, planea hasta el funeral, hace
preguntas y se cree con derecho para decidir sobre el rumbo de mi vida; tal vez
hasta el de mi muerte.
No puede entender la necesidad de
explicar el sentimiento, el vivir, hasta un momento; no hay paciencia como para
escuchar el susurro del silencio, acompañado con los gritos de la desesperanza.
Uno no puede forzar el destino, pero hay momentos en el que el destino
lo forza a uno, hasta hace un año, la vida transcurría con plena calma, con la
convicción de que pasarían marejadas de pensamientos, sin afectar el instinto,
mi cuerpo, mi mente y mi ser.
Mas nada valgo en este instante, soy
miseria que se consume en la atmósfera, tratando de recuperar la escasa
dignidad que en algún instante tuve, pero perdí. Ha pasado más de un mes, en el
que la noticia de mi muerte es inminente, aún me resisto a creerlo, nada es
peor que un moribundo que se niega a morir.
Sin embargo, quien es culpable de
aferrarse a la vida, cuando es lo único que conocemos, porque aun cuando está
llena de altibajos, que nos hacen sentir a morir, sabemos, que aun en el dolor
más intenso, mañana es un nuevo día para respirar. Yo ya no tengo oportunidad,
el oxígeno dejo de ser una molécula, para convertirse en time extense.
No sé qué tan bueno sea morir, pero recuerdo lo maravilloso que es
vivir, valdrá la pena tanto duelo antes de terminar de inhalar por última vez?.
No lo creo, pero esta porca humanidad me toma por completo, siento, siento como
nunca sentí. Veo el espectro maravilloso de colores, distinguiendo algunos que
pensé jamás eran reales. Cuando creí que el destino era irreversible, entendí
que lo irreversible, era querer alargar un tiempo ya muerto.
Tal vez, soy un cobarde, un misterio, un pusilánime cobarde, que en el
momento que más necesito unos pantalones bien puestos, se me caen. El dolor ya es palpable, cualquiera a 10 metros
lo puede sentir.
¿Será que la muerte huele?, ¿O duele? Preguntas que cuando tengan
respuestas, no tendré a nadie que palpite para contárselas. Por eso aquí sufro
en mi desdén, y muy a mi pesar, confió en no quejarme más de mi desdicha,
porque nada en este instante cambiará mi camino. Me resigno y sigo, inhalo con
lentitud cada minuto de vida y cierro los ojos confiado en volverlos a abrir…
Esto de no ser eterno no es fácil, nadie dijo que lo fuera…
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