En la penumbra del
anochecer, mis dedos danzan inquietos sobre el teclado, mientras una mariposa
de ilusión revolotea en mi pecho. La pantalla brilla suavemente, como un faro
en la distancia, invitándome a dar el primer paso hacia este rincón inexplorado
de nuestras almas.
Es un simple mensaje por
WhatsApp, una chispa que encenderá el fuego de la comunicación, pero en su
sencillez habita la promesa de una conexión que trasciende las palabras.
“Hola”, es sólo la puerta que abre un mundo nuevo.
Las letras fluyen como un
río cristalino, revelando secretos compartidos, risas escondidas y sueños aún
por cumplir. Cada notificación provoca una sonrisa que ilumina mi rostro, como
si tu esencia se filtrara a través de la pantalla. Hablamos de todo y de nada,
y en ese tenue vaivén, las miradas distantes se encuentran en la vastedad del
ciberespacio. El tiempo se desdibuja y en cada conversación, un fragmento de ti
se graba en mi memoria, creando una sinfonía de emociones.
Y así, mientras
intercambiamos confidencias, descubro que detrás de cada emoji y cada “jajaja”,
hay un pensamiento compartido, una chispa que despierta algo profundo en mí. Tu
voz se asoma en cada palabra, y las dudas se desvanecen como sombras al
amanecer.
¿Qué es lo que realmente
hay entre nosotros? Esa pregunta se desliza entre nuestras frases, un eco que
reverbera en cada parpadeo de la pantalla.
Así que, para conocernos,
no sentirnos solos ni lejanos y buscar un intersticio que nos adentre a un
mundo de saber y querer, vamos a chatear, a ver qué pasa entre nosotros.
Tomemos este riesgo dulce y atrevido. Permitámonos descubrir en este laberinto
de letras lo que la vida nos tiene reservado.
Quizás, entre líneas y
risas, encontremos el amor, pasión, sapiencia, consuelo y resiliencia que
anhelamos, o al menos, un respetuoso hombro virtual en quien confiar. La
aventura que ya hemos comenzado no deberíamos parar; solo queda saber a dónde
nos llevará.
Estoy a un mensaje de
distancia, esperando la variedad de tus temas y el fin de nuestro temor de
dejarnos llevar, sabiendo que nuestra buena forma de ser no nos conducirá a un
camino que nos llegue a decepcionar.
Espero tu mensaje, cada
noche, para dormir como debe ser: pensando bonito por saber ampliamente de ti.
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