El
mal utiliza el anonimato y siempre es descubierto. Pero quien expresa verdades
sin agredir, su anonimato siempre es protegido.
Porque
en él hay misterio, libertad y búsqueda de concordancias que le permiten tocar
el cenit de la nobleza y llegar a lo más recóndito del alma.
A veces
una firma garantiza que un autor pasará a la posteridad. Y cuando hay un anónimo,
se sabe que su legado fue para la posteridad sin importarle el origen.
Sólo
pide que el mensaje no muera, que viva en los corazones, las acciones, la construcción
de nuevos conocimientos.
“Anónimo”,
está en muchas canciones, nacidas de los cantos espontáneos de gente noble
cumpliendo sus tareas o de marchantes que acompañaban con melodías, frases o
silbidos, los trayectos, haciéndolos más livianos y menos solitarios.
Alguien
los escuchó y los replicó. Y al no saber quién tenía la autoría, continuó el legado
dejando la pieza en el anonimato de firma, pero sabiendo que surgió de un alma
espontanea, pródiga, a la que había que inmortalizarle el legado sin robarle el
crédito.
¡¿Cuántos
poemas no son firmados, más que un “anónimo” entre corchetes?!, siendo lindos,
útiles, hereditarios y que acompañan las imágenes que nos envían actualmente en
las redes sociales.
Agradecerles
a quienes no tuvieron mayor interés de dejar pensamientos útiles, siempre será
un acto noble que se logre con sonrisas, suspiros, retransmisiones y
aprendizaje.
Obras
de arte de cualquier índole no tienen firma o sus signatarios colocan un rótulo
que es de por sí, más arte, su huella, pero no el foco de atención, sino el de
hacer entender que el arte puede ser de todos, sí se deciden a entenderla y
adoptarla.
Las mejores
cartas de amor y los poemas en los balcones, son firmados en ocasiones con un “tu
admirador” o “por siempre, tuya”, manteniendo lo ignoto hasta que llegue el
momento propicio de revelar su identidad, si acaso ese momento llegare.
Suspiros,
incertidumbre, preguntas, sorpresa, emociones, exaltaciones, lo excitante se
hace presente cuando una carta de amor arrebatada confiesa la realidad de su
ser, pero la letra no es identificable, ni el estilo, y la falta de una firma
hace que el espíritu investigativo aflore, buscando entre los posibles
escribientes, casi siempre para errar al ser el más insospechado enamorado o
enamorada, quien dijo en letras lo que su alma le dictó.
Anónimo
es también quien da un pan a un necesitado, ayuda con un aporte a un
desconocido o al menos no ensucia la ciudad y pasa impoluto entre las
tentaciones de las malas obras y la auto conveniencia. Aunque no rotule, ha
firmado y sellado un pacto precioso con los valores humanos que le premiarán tanto
en la tierra como en el cielo.
Sin firma,
una persona anónima dice muchas cosas buenas, haciéndole más valioso el contenido de sus
palabras, letras o acciones.
Así como
un fosforo en buenas manos puede prender una parrilla y alimentar a los seres
queridos, en malas manos puede encender un bosque. Por igual el anonimato
requerirá que tras de él esté un rostro desconocido en su forma física, pero
comprendido en su forma humana que expresa en emociones y mejores acciones por
los demás.
A estas
alturas, no sé sí firmar este artículo que quizá no sea un legado portentoso,
pero es el reconocimiento de que el anonimato es poético cuando las intenciones
y los fines, trascienden al ser humano.
Y sí
alguien quiere saber mí nombre, soy Argenis Serrano para escribir, pero
prefiero ser anónimo cuando me toca hacer el bien, sin mirar a quien. Con que
yo lo sepa, es más que suficiente.
(Dedicado a quien comenta mis post, pero no sé su nombre)

Me encantó leer.. gran verdad del anonimato, lenguaje claro, elegante, fluido. Animosidad de leer de principio a fin.
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