Tatuaje
¿Qué me dice tu tatuaje?, tan subjetiva
es la imagen, desconocido el contexto, pícaro el pretexto, necesaria la
expresión, que se me hace difícil interpretarlo.
Por favor, dímelo tú, sea con la palabra
hablada, la escrita o en tu mirada.
Permíteme conocer la historia del mismo,
tan ligada a ti; déjame saber que no es ego, moda, emulación, banalidad, copia
de la personalidad ajena. Necesito saberlo, más no temas, no voy a juzgarlo.
Es que quiero sentirme envuelto en la
personalidad del lienzo prístino que es tu cuerpo, en el cual un artista colocó
con esfuerzo, tu dolor y tus cosquillas, tu tiempo y dinero y sobre todo con
tus pensamientos y emociones, palabras o imágenes que quedarán plasmadas por
años y serán ya una seña particular de ti, en la vida y en la muerte.
¿Es acaso un pacto?, ¿es un recordatorio
de algo que se debe olvidar, pensándolo?, de esas cosas en las que uno necesita
un freno para no reincidir y que más que verse a sí mismo y activar a la
conciencia –o quizá ayudarla-, para no decaer.
O es posible que ese recordatorio sea de
un triunfo personal que llevas cuál presea dorada en tu piel. Ese tatuaje es el
arte nacida de una desventura, un mal lapso, una batalla que es obvio. Tú
ganaste y como un Cid Campeador llevas los cantares escritos no en versos
épicos, sino en la imagen que representa a la victoria obtenida en buena lid.
Y de recuerdos, las etapas también se
presentan en la tinta china permanente que es absorbida por la piel y que
muestran al mundo los nombres o imágenes de esas personas que se labraron en tu
corazón y que tú las ves en tus recuerdos, al parpadear, en las cosas y en las
personas, sonriendo gratamente y sin saber explicar a los demás del motivo de
tales suspiros, sonrisas, lágrimas gratificantes.
Con un tatuaje le explicas al mundo lo
que tú ves y sientes, siempre y cuando lo veas y lo sientas y al artista de la
aguja bien le expliques y el mismo lo transforme en tinta sangre de tu corazón.
Hay tatuajes de moda, de pasar el rato,
de hacerlos crecer. Hay algunos que se pierden como aquellos que no saben de
personalidad y sólo se transforman en un manchón de tinta que no es feo por el
efecto visual, sino tan feos como odiar y blasfemar y así expresarlos. Porque
el tatuaje es un lenguaje corporal indirecto y como lenguaje, también dice
cosas bonitas o feas según se coloque en el papel de tu piel.
El tatuaje rememora, guarda, certifica,
muestra la creatividad y las ganas. No es recomendable una decisión apresurada,
es como tener un hijo no deseado, muchas veces se complica y el amor se
fractura. Es mejor desearlo, quererlo, planearlo, materializarlo y cuidarlo.
Que sea tu prestancia lo que lo riegue en el jardín de tu ser.
El tatuaje es para algunos, no lo es
para otros, hay quienes no se atreven por miedo y hay quienes no lo hacen
porque no les gusta, no los identifica o no tienen qué decir con el lenguaje de
las imágenes.
Tatuarse es hablar y por ende, es lo que
dicen tu mente, alma y corazón. Cuando lo haces, eres más de mil palabras.
Y para interpretarlas, quienes lo vemos
debemos consultar, porque las conclusiones sin saber, son opiniones que
conllevan a equivocaciones.
Háblame de tu tatuaje y que él me hable de ti.
Argenis Serrano - @Romantistech
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