Cada quien tiene su viaje
soñado, hay quien lo cumple por sí mismo y hay quien no e incluso hay quien lo
vive a través de las experiencias de otras personas, algo muy bonito porque
refleja cero envidia y mucho de felicidad por los demás. Creo que, para mí, el
viaje anhelado sería para la ciudad de New York.
Quiero sentirme como
Sinatra y dejarme “intoxicar” por lo rápida, vibrante, glamorosa e impactante
que es la ciudad que nunca duerme; hacer como esos mochileros que sólo buscan qué hacer en Nueva York a su forma de vida; ir calzando mis zapatos de
vagabundo y el asombro a flor de piel, para gozar el regocijo de esta ciudad.
Quisiera conocer a Greenwich
Village o The Village porque es la esencia de lo que anhelo ser, un bohemio
que sólo quiere captar a la cultura del mundo sin etiquetas, reproches o
perfeccionismos, sólo dejar brotar la esencia del ser y gozar de su
intelectualidad tan suave y relajada, llena de historias, libros únicos y la
sana competencia por realizar el mejor café para despertar con energía o ver al
atardecer.
Que el arte me enamore
con la esencia más urbana y desenfadada posible, como sucede en Williamsburg
donde la pintura te ve a ti, la música te escucha y el baile te lleva, todo con
el propósito de estimular tus sentidos y que disfrutes de las más ricas y frías
cervezas.
New York es la capital económica
del mundo, así que el dinero se mueve a caudales. Pero en este caso no es lo
que me mueve, porque sólo quiero saber lo que es vivir en contacto con lo despreocupado
de tener cosas y lo enfocado en vivir experiencias. Un momento de locura se le
perdona a cualquiera y allí lo puedo vivir, tal cual quiero, puedo y a la vez
debo como un simple y no tan normal, turista.
SoHo
es ese epicentro de glamour, arte, creaciones, capitalismo, comercio que quiero
contemplar. Sus aparadores me separan de las cosas para tocarlas, pero no para
admirarlas y entender que tras ellas hay creatividad, necesidad y un emporio
labrado de cero a cien. Es la mejor manera de aprender y llevar ese
conocimiento e inspiración de vuelta a mi tierra, porque como es debido, cada
vez que se viaja la obligación al volver es haber crecido y mejorado como
persona.
Dumbo y Chelsea
son el yin y el yan de New York; ambas son distintas y se necesitan; se parecen
y batallan por ser las mejores. Y en su lucha de ventajas, los transeúntes salimos
beneficiados porque no es una batalla para que alguien pierda, sino para que
todos ganen experiencias, cosas y sensaciones que por ser altamente tácitas son
difíciles de explicar y sólo conminan a vivirlas, para entenderlas.
Quiero pasearme por la East
Village the New York para ver su verdadera rebeldía útil; porque no es de
esas rebeliones que son pisoteadas por la realidad o el tiempo, es un bastión
alternativo para aquellos que decidieron adoptar una forma de vida que no daña
a nadie y que les place llevar orgullosamente.
Mi sueño de visitar Nueva
York me hará sentir como el rey de la cima que la canción New York – New York
ostenta poderosamente, estando en lugares que un paseo turístico te lleva y en
aquellos que tus propios pies y ansias de descubrir de manera underground, te
llevan.
Quizá mí sueño no se
cumpla para mí en persona, pero siempre me alegraré de escucharlo por las
experiencias narrativas de muchos otros y poder verlo en mí mente tal cual
ellos lo admiraron con sus propios ojos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario