Que no muera la emoción entre nosotros es el deber
del día a día; aunque nos separe distancia alguna, pongámosle mucho picante a
nuestras vidas.
Así como el erotismo se mueve entre las ramas de las
hojas que se frotan una con otra sin saber que el aire les da el ambiente idóneo
para brindar estimulantes espectáculos que sólo los más astutos pueden captar,
aprender, transformar y recrear hábilmente en cada una de sus incursiones
emulando a Eros.
Como quien se anima viendo lo que otros hacen en
revistas, redes sociales o en el sutil porno mexicano y emula lo que contempla
para llevarlo al romanticismo propio, su fuerza propia, su instinto natural
desenfrenado en una locura válida, bañada en mucho picante.
Cuando los sentidos se agudizan y entre los cincos
forman ese sexto sentido que no es otro que el Nirvana de la pasión de dos
amantes que en sincronía, entrega, respeto y hasta diversión, comulgan con lo
obsceno que sigue siendo sagrado, porque es puro, es bueno, en a conciencia y
entre ellos dos.
A escondidas o públicamente se expone el gusto de
saberse de ambos, de lanzarse a lo más pagano y en contraste, elevarse a lo más
divino.
Ascensos y descensos que en ningún momento traen
tristezas o discordias, sino armonía y unión como siempre ha de ser.
Porque una pareja que le coloca mucho picante a su
relación, siempre será eso: una pareja.
Esa que en los días lucha por ser mejor en lo que
sabe, pero que se detiene a sonreír de forma pícara o a veces sardónica de
todas esas locuras y tremenduras que se hacen cuando están juntos.
Las que en los momentos malos, le colocan mucho
picante al apoyo y el cuidado a capa y espada, defendiendo no sólo a lo que es
suyo, sino de quien eres y te debes, con hidalguía revestida en cordura.
Esos que cocinan juntos y entre roce y roce les va
apareciendo las ganas del goce; aunque la comida sepa mal, gustoso la probarán,
porque estuvo hecho en un ambiente de amor.
Esas parejas que en un mueve o cama se abrazan
mientras la televisión, leen, su día se cuentan, sus temores enfrentan, sus
roces ventilan y entre sábanas todo esto y más, apasionadamente lo concilian.
Esos que en una llamada con mucho picante en horario
laboral se dicen que se detuvieron nada más para decirse que se desean y se
aman igual que el primer día que se enamoraron; sin que suene cursi o
empalagoso, están demostrando que tienen ganas de vivir y mucho más por quién:
por ellos mismos cuando están a solas y cuando están juntos.
Son individuos que saben tener sus vidas propias y
reencontrarse en esa habitación llamada amor, cariño, deseo, pasión y respeto. Un
largo nombre pero con mucho picante añadido en cada aspecto.
Sabrosa pues es la vida de aquellos que saben llevar
su vigor, deseo, calores y calentones de manera bien canalizada, para querer,
premiar, ser queridos y premiados por igual.
Es él toma y dame real que sobresale al acto carnal
y se vuelve una rutina para normal en la vida, ya que el punto de colocar mucho
picante es ese: que la rutina sea la sorpresa, la innovación, la entereza y la
firmeza de ambas partes por mantener de muchas creativas forma, bien viva a la
hermosa llama de la pasión.
Argenis
Serrano
amazing ;)
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