!Definitivamente sí!, pase lo que pase sí la amistad es de verdad, lo serán, y cada
vida lo demuestra porque hay amistades que duran para siempre aun existiendo
distancia, cuitas, vaivenes o la muerte.
Esa amistad vive en los
recuerdos, en el aprendizaje, en las travesuras que son las aventuras sanas o
quizás ácidas de la vida. En las discusiones y aclaratorias, en la salud y en
la enfermedad, en los cumpleaños y velorios, en la prosperidad y en la adversidad,
en los momentos y lugares más asiduos o los menos pensados, allí está la
amistad de un hombre y una mujer.
Hay quienes dicen que una
amiga es como una gallina, por mucho cariño que le tengas, en algún momento te
la vas a querer comer. Y eso está mal dicho pese a lo válido. Porque el hombre
que busca en ello en una amiga o la mujer que busca en ello en un amigo, sabe a
qué se atiene, pues conoce a su contraparte muy bien en lo externo y lo mental
y va más allá, probando suerte, asumiendo consecuencias que cree o no tener.
Y quien discuta ello, se
miente a sí mismo.
Pero, ¿de cuántos casos
hablamos?, ¿acaso un hombre tiene una sola amiga y una mujer un solo amigo?; las
circunstancias de fallo, ensayo y error no son medibles, pero existen, todo
atado al hilvanar de los destinos, que no nos manejan cuán títeres, sino que en
ellos caminamos como arañas artesanas que hacen la telaraña de la vida o como
el gusano de sea que del cual los ropajes nos acompañan.
Hay hombres que quieren a
sus amigas y le desean lo mejor, en el estudio, el trabajo, en el amor, en
salud y en lo que deseen ser y puedan hacer. Más que amigas son como sus
hermanas, sus sobrinas, sus primas o hasta sus hijas. Es el cariño de la
amistad que se consolidó en las más altas de las montañas, rodeadas de nubes de
paz.
Las mujeres siempre
consiguen a un amigo que es un pilar, un hermano, un apoyo, un compañero,
alguien que les recuerda que ellas son también su propio protector.
Eso demuestra que un
hombre sí puede ser amigo de una mujer y viceversa, sin que nada lo trastoque,
sin que se llame a la pasión y aunque suene rudo, sin que se intente el amor
sin tener la fortaleza para cimentarlo y hacerlo crecer. Una verdadera amistad
que sabe experimentar con la vida pero jamás, jugar ni defenestrarla.
Que los demás crean que un
detalle, un apoyo, llamadas, visitas, regalos y presencia sean otra cosa, pues
que se revisen, ya que entraron en un estigma que sí bien es viable, no es
porcentualmente caso a ocurrir.
Amistad, palabra grande
que a muchos les queda corta y a otros les sobran todas sus letras. Esa palabra
se siente, se vive, se hace, se cuida en otro ser, singularizando lo plural.
No hay amistad más bonita
que la que es libre de decirlo todo, de explayarse, de confiar y que su
contraparte haga por igual. 2 cajas fuertes de titanio donde se guarda lo
valioso de la vida, el amor en forma de amistad.
No todo es cuerpo, no todo
es otra intención, no todo conlleva a. sí se da, pues que no sea por coacción
sino por intuición, sapiencia y corazón. Y quizá investigación.
Que quede claro que una
amistad no se rompe por intimidad, se rompe por inseguridad; porque hasta eso
es asistencia, es querer, es resistencia a ver al otro u otra caer. Es escribir
y comprobar que se está más allá que lo corporal y lo material, que se ha
trascendido al valor no sanguíneo que Dios nos dio aparte del amor familiar, el
amor de la amistad, sin importar género, raza, religión, ideología, tamaño o
condición.
Cuando hay amistad de
verdad, lo malo no toca, lo pícaro no trastoca, el quehacer no separa. La amistad
es el valor agregado a tu vida, no lo pierdas o verás que poco a poco, no
valdrás nada.
Sensatez y sensibilidad, esas son las bases para hacer sólido del hombre y la mujer, su amistad.
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