Y se abrió en mí un debate entre lo ético, lo procaz, lo pícaro, lo macho, lo caballeroso y lo sereno. Todas esas facetas me decían, algunas gritando y otras formales, que la ropa íntima femenina es una necesidad, gusto, expresión y libertad en ellas y un privilegio en la mirada del hombre.
Porque no es desnudarlas con la mente, ni imaginarlas con o sin ellas. Es todo lo que dice la ropa íntima.
Dice comodidad, holgura, cotidianidad, porque son una extensión corporal y a su vez como dije, parte de su piel. Son esa tranquilidad y simpleza de verla, usarla, lavarla y guardarla mientras tengan su ciclo de vida.
Son otra forma de comunicación, para un destinatario. Dicen que se sienten a gusto y a disgusto, que son sus días, que se sienten niñas con los estampados, que se sienten coquetas con los lazos, dibujos y colores, que se sienten atrevidas con los colores de la pasión, lo corto y la conjunción brassier y blumer.
Lo fino o lo grueso de la ropa íntima es sal y pimienta al gusto. Es parte de todo lo que significa se mujer, la capacidad de decidir y aplicar sin que nada más que su decisión y fines lo acuerden.
Ligueros, hilos, pantaletas, cacheteros, calzones, como sen y como les llamen; sean del material que sean, con o sin encajes, en cualquier color y diseño combinado, la ropa íntima es bella sólo cuando la porta una mujer; es la mujer la que embellece a la ropa con su actitud, su personalidad, su confianza, su intención, su comodidad.
Para todos es algo simple y cotidiano a lo que no se le presta mayor atención. Pero cuando los hombres vamos por ropa interior, pensamos en la comodidad, espacio y lucir. La mujer va más allá y ya lo dijimos. Y es eso lo que lo hace más bello, que la mujer pone sus pensamientos y decisiones en lo micro y lo macro, sin la mujer, nada somos y no estuviéramos.
Por ello y más a la mujer más que mirarla, se le admira. Y sí vemos nada más sus pantaletas, así sea una orillita y no vemos su alma y actitud, nada vemos en verdad.
Ver esa ropa íntima que le lucía como una estrella de Navidad hecha por un niño con cualquier material, pero bañada en su esperanza, me elevó al alto cielo del cual no quiero descender con bajezas, aunque hable de la ropa íntima.
Traje de baño, bikini, short, top, sostén, sujetador, bragas, baby doll, tanga, hilo dental, corpiño, qué sé yo que más habrá junto a unas bellas medias de seda o de algodón cortas a combinar. Son ese lado sexy, común, sereno, coqueto, necesario, cotidiano y despampanante de la mujer.
Imaginarlo según los bordes de la ropa es un pecado que asumimos; son nuestras intenciones, palabras y sobre todo las acciones las que nos permiten hablar de ellas sin sonas vulgares, comunes y corrientes.
Podrán haber catálogos, fotos, películas y más donde aparezcan damas en ropa íntima. Pero es sólo cuando se la ves a alguien que te da un aire de calidez, que esa ropa toma verdadero valor.
Y si caí en un lugar común, soy obsceno, procaz, básico, tonto, iluso, atrevido, falto de originalidad, una persona que defrauda por ver y comentar, cargaré mi culpa por todo lo anterior y por no callar lo siguiente:
Una pantaleta hace lucir más sexy a una mujer; pero es la mujer la que les da vida. Y verlas, es tomar un poco de esa vida y hacerla mía con una sonrisa, picardía y suspiros de pura delicia.
SALUDOS PAPURRI! ME ENCANTA COMO ESCRIBES! ERES ÚNICO EN TU ESTILO! SIGUE ASÍ DELEITÁNDONOS CON TUS LOCURAS LLENAS DE VERDAD Y CORDURA!
ResponderEliminarMIL BESOS!
LUZ MARINA*.