Tú no te limitas a un
tiempo específico, tu corazón es eterno. Con un potencial que le hace perenne,
viviendo en ti y en mí.
En este tiempo tan gris,
eres color y brillo; destilas clase, cultura y prestas tu oído y palabra para
construir o reconstruir.
Imperecedero se siente el
tiempo cuando estás cerca y, en tu lejanía, el pensarte hace que las horas
pasen entre plácidas caminatas por los recovecos de la mente que son llovidos
por agua fresca del alma.
Que una humana sea inmortal
sólo es posible si brinda un legado que, silente o bullicioso, resuene por
siempre en los demás. Regocíjate, porque ya tú sembraste muchos.
Que lo atemporal de tu
presencia terrenal sea duradero, ya que tardé en conocerte y, pido al gran
creador del universo que me permita recuperar el tiempo perdido sin haberte
conocido y duplique cada segundo que nos resta.
Eres intemporal al estar
fuera del tiempo y porque lo trasciendes, haciendo que cada instante valga para
ti y para otros. Incluso cuando te das reposo, todo tu trabajo sigue andando
cuán reloj.
Prometo que mi admiración
por ti será por siempre un valor sempiterno, porque habiendo tenido el mejor de
los principios, ¿Cómo he de pensar o querer que tenga fin?
Tan permanente como la
huella de nuestras acciones, que perdura más que la de nuestro pisar en el
camino, es y será tu sonrisa acompañada con acciones, carisma y muchas buenas
emociones.
Eres atemporal como un
sonido clásico que nos saca de las cuitas y nos devuelve a esos instantes que
merecen el regreso, siendo el punto de restauración que nos hace realizar mejor
las cosas, esta vez.
Legado universal que
habita en un espacio tan hermoso como es tu ser el que nos dejas, incluso
cuando callas y en el silencio te encierras. Llegaste para ser y estar, vencer
y destellar.
Mantenerme inalterable en
tu presencia es difícil, porque deliro, suspiro, sueño y me siento tan vivo. Igual
cuando no estás y te pienso, por todos los escenarios felices que entre ambos,
escribo.
Tu presencia atemporal ya
es indeleble y se hizo parte de mis células. Somos pues, del color de nuestros
pensamientos y de la regeneración de nuestras ambiciones.
Pase lo que pase, te
mantienes vigente, por ese don de gente que hace que te transformes una y otra
vez en una mejor versión de ti, dejando atrás los pesares y manteniendo los fulgores.
Ser constante y vertical,
te mantienen atemporal, como nacida en las más hermosas y filosóficas épocas de
la historia universal, llegando a este momento para ser motivo e inspiración de
mis mejores pensamientos.
Fijo quedó el recuerdo de
cada instante que compartimos, no tanto para vivir en él a manera de escapar de
la realidad; sino como testimonio de que hay muchos momentos felices que el
destino me ha brindado y que puedo de una u otra forma, recuperar.
Se mantiene mi cariño inmutable
hacia ti, porque como ya he dijo, llegaste para quedarte en mis mejores
acciones, cuando me siento solo en mis andares, cuando quiero colocarle rostro
a la belleza del mundo.
Tradicional, locuaz,
delicada, sublime y correcta. ¿Así quién no se subyuga, teniendo buen gusto y
mejor criterio de lo que es valioso y fundamental es una mujer?
Trasciende pues en el
tiempo, mientras en este plano terráqueo te encuentres, dejando a todos los
buenos conmovidos y derrotados a los malos.
Es netamente atemporal y
perpetuo en quien sabe que el mundo es mejor para quien lo ve como ve a las
flores, a los libros y a la música, que a quien lo ve cargado desde la
desesperación o la beligerancia.
Tu presencia y esencia
atemporal es pues un ropaje del alma, tan atávico y relacionado con lo
ancestral, que perdura desde hace mucho tiempo.
Porque ya desde antes de
nacer, eras igual que en este instante cronológico de tu existencia: la mujer ideal
por verdadera.

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