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ENTRAR A UN MOTEL A PIE


Cuando se tiene la conciencia limpia, nada importa el qué dirán al entrar a un motel a pie

Es cuando hay manchas en la misma que el miedo se refleja y aunque crees que te ocultas, todos lo verán. 

Sigue sin importar que te juzguen, pero importa el que no te delaten.

Entrar a un motel a pie ya no debería ser cosa de vergüenza, sino de adaptabilidad. 

Muy pocas parejas cuentan con auto o con casa propia. Los moteles, hasta el más lejano en carretera o autopista tienen ojos que los notan. 

Los que están en ciudad están rodeados de comercios donde las personas van a laborar, no a estar pensando, “mira a esa parejita que va entrando”.

Sólo una mente ociosa anda viendo día a día ello y no precisamente todas laboran o habitan en los alrededores de un motel. 

También, solamente quien tiene sus deudas personales, es infiel o no está segura de sí misma o sí mismo y menos de su pareja, anda viendo a ver quien le ve.

Sí el deseo, el amor, la pasión, la picardía, la atracción, la curiosidad o la inventiva te instan a ir a un motel porque es lo más práctico, ¿cuál es el miedo a entrar a un motel a pie?

¿Acaso el entrar en taxi te hace menos notoria o notorio?, ¿vas con un camuflaje para que no sepan que eres tú, sin darte cuenta que eso sí motiva la curiosidad y la averiguación?

¡Ya deja de temer, eres una persona adulta!, si no la debes, no la temes. 

Nadie va a ir a decirte mientras entras a un motel, ¡lero, lero, van a tener sexo, yo lo sé!, ¡un poco de madurez no cae mal!

Sí no puedes estar con tu novia en su casa o en tu casa, la solución es un motel. Sí no tienes para el taxi, pues vayan en bus, caminen, charlen de otras cosas, relájense, mírense. 

Porque es parte del proceso natural de quererse, atraerse y compenetrarse. Aprender a estar juntos dentro y fuera de la cama, eso es comprender y saber moverse en muchos aspectos de la vida en pareja.

Si es algo casual, pues planear a dónde ir y poder convenir que irán en transporte público o citarse cerca y entrar a pie, no está mal. 

Si ponen peros, no sucede, si no sucede, se quedarán debiendo y quizás salgan rencores que no deberían existir. 

Nunca le des oportunidad al mal de tomar ventaja y poder a tus palabras y menos a tu corazón.

En los moteles entran cientos de parejas a pie y no andan objetando o comentando sobre quienes están con ellos en la misma fila para pagar el costo de la habitación por horas.

Están pendientes de quien les acompaña y quizá de la seguridad, tarifas, bebidas y salubridad del lugar, no más.

El elemento clave acá es la CONCIENCIA, antes, durante y después de estar en el hotel o como hemos dicho, motel. 

Si quieren y pueden, háganlo. Entrar en limitaciones por una falsa vergüenza o frivolidad de alguno de los dos (o tres a veces), pues ya es mermar las ganas y de allí vienen los resquebrajamientos.

Hasta el dinero se valora. Mejor que pagar un taxi –al menos en este caso- es usar esa plata para comer algo o un detalle. Lo importantes amigas y amigos, es estar juntos.

Y si piensan que este artículo aúpa el ser desvergonzado o la tacañería, pues está bien, vayan en taxi, auto rentado o como gusten, pero vayan. 

El punto acá es la conciencia y no autolimitarse.

Lo bonito en esas ocasiones, es hacerlo con placer, gusto, respeto y que luego de terminar, siga siendo bonito el trato, nunca comer y correr…de un motel a pie.

Argenis Serrano - @Romantistech

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