domingo

Carta de Amor

Permíteme tu lectura a esta carta de amor, querida mía

Desde que tuve el gusto de conocerte, mi forma de ser sólo ha mejorado; te lo he hecho saber muchas veces entre sueños y hoy, en letras que seguramente asocies a mí voz. 

Esta no es más que una carta de amor que surge desde lo más profundo de mí y que mis dedos tratan de interpretar al castellano; pero es que los dictámenes de quien está enamorado son un misterio irrevelable y lo más próximo que hay es querer, respetar, valorar, acompañar, jugar sanamente y crecer mutuamente, creyendo sin vendas ni falsas condiciones.

Mirarte y encontrar tu mirada fugaz hacia mí ha sido la saeta que energizó mi corazón y me dio un propósito, el cual agradezco en todo lo logrado que derivó al madurar de los años.

La forma en que marcas la pauta, en lo que merece un sí y un no, son el equilibrio sano y seguro que se puede esperar de un ser amado; la balanza de la justicia que estoy seguro que tú y yo podemos equilibrar.

No hay mentiras ni excusas, pretextos ni evasiones; la realidad de nuestras emociones, coloquios y banalidades es parte de lo que somos y no es justo sepultarlos para fingir. Lo máximo es dosificarlos para en sana paz y nuevas cosas, llegar a coexistir.

Ese beso que me diste en un sueño, donde llegaste con los ojos abiertos, gran abrazo y mucho de consuelo, haciéndome cerrar los ojos para tocar al cielo con mi ser, lo agradezco así fuese una quimera que me inventé; todo ello porque fuiste tú y eso para mí es más que suficiente.

No dudas jamás en expresar lo que sientes y te la juegas confiada en que algo bueno puede salir del triunfo, del empate o de las pérdidas. Ves lo que se puede extraer a favor y surgir de las cenizas, alivianando a los temores y sin que ello te haga descuidarte de los coletazos de los temores.

Apasionada en todo lo que haces; osada y conocedora de los límites que se han de tener y aquellos que se pueden cruzar. De esa manera no te niegas aquello que deseas experimentar y arrastras a lo bueno a quien en derredor está.

Cómo deseo que no fueses efímera, que apareces y desapareces como entrenándome para cuando llegue el momento de no verte más; porque, aunque logre tener el tope de conocimiento y aceptación de la realidad, sin ti nada sabrá, se oirá, se verá ni se querrá igual.

Tu intimidad es un mundo lleno de cosas buenas que no todos pueden tener el permiso de acceder. Y si bien estoy en ese montón no permitido, vale la pena luchar, porque la batalla no es para morir, sino para resurgir de todo lo que de ti puedo aprender.

A veces callada, a veces muy hablante; eres serena y a la vez avasallante. Ese yin y yan que es fino balance y que quiero emular para que mi existencia sus metas de amar de verdad, alcance.

Te haces respetar y decides quien puede o no cortejarte. Sabes decir un no sin acribillar a la contraparte, siguiendo tal cual como en el primer momento en el que me bendijiste con tan sólo hablarme.

Yo, de atrevido, seguiré soñándote en cientos de ocasiones buenas, codo a codo, mirada a mirada, beso a beso, palabra a palabra, colaboración a colaboración. Porque si definiera a la palabra deseo, no sería asociarle con tu cuerpo, sino darle como significante: “deseo todo, contigo”.

Argenis Serrano 

2 comentarios:

  1. Que hermosas palabras dejas plasmado en este escrito, que afortunada es esa mujer que inspira ese sentimiento. 🤗

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