Fuiste el proyecto que el tiempo y destino no permitieron concretarse, pero siempre – siempre, el sueño bonito y deseado por papá y mamá.
Hoy,
papá está contigo en el cielo, retozando entre nubes y jugando contigo,
viviendo ese sueño eterno a tu lado, Verónica Sofía.
Mamá
está aquí, pensándote e imaginando cómo pudo ser la vida contigo a nuestro lado.
Yo,
creo firmemente que hubieses sido todo aquello que yo debí ser y en especial
porque no te hubiese dejado sucumbir en mis mismos errores.
Claramente,
habrías sido de ti para ti, con personalidad y garante de tu destino, amada y
cuidada por nosotros tres.
Verónica
Sofía, hasta tu nombre es melodía en las palabras más dulces que podamos haber
dicho; la combinación perfecta que nuestros padres crearon para ti.
Pelear
contigo, jugar contigo, cuidarte y quererte a mí modo, no imaginas cómo lo
quise.
De seguro
habrías tenido a mi papá siempre en tus manos, orgullos y feliz, cuidándote y
teniéndote con disciplina. Sí lo hizo conmigo, contigo ni dudarlo, pero de
manera tan cariñosa que sería el reflejo etéreo de una melcocha.
No llegaste
a nosotros, Verónica Sofía, y eso siempre quedó como una decepción para mí y un
dolor para nuestros padres, que aunque silentes, siempre gritaron tu ausencia.
Dios
escribió esa historia y se respeta, pero Él también nos permite soñar sin que
la anarquía del “todo o nada”, nos abrase en su fuego desleal.
Hermanita
menor, por siempre te pensaré y seguiré canturreando la melodía de tus dos
bellos nombres y en el cómo quise por siempre, que estuvieras con nosotros.
Algún
día, si acaso es mi destino estar en el cielo, estaremos todos juntos hasta la
eternidad, donde a gusto abrazaré a quien es uno de mis sueños de vida: Verónica
Sofia, mí hermanita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario