Estuve enamorado de ti
durante tanto tiempo sin que lo supieras y lo hice sin darme cuenta, sólo surgió. Y así te transformaste en mi amor platónico.
Te consagré mis sentimientos
más íntimos sin que reconocieras ni uno.
Te atesoré con todos tus
movimientos y tus pensamientos tan ultramodernos, les hice un altar dentro de
mí.
Reina interior y oculto de
mis sueños sin realizar.
En las rutinas que me entretienen no estás presente,
pero si me esfuerzo en sentir placer por ellas, pues en el aire aparece una
réplica de tu bella imagen.
Te busqué en forma
inconsciente y aún así ferviente, descubrí en tus cabellos y en tus labios la
atracción voraz que me lleva al éxtasis.
Tomo tus manos imaginarias,
esas que no tengo el placer de tocar y me dirijo hacia mejores destinos,
avanzando hacia un lugar totalmente desconocido.
Amor platónico te llamaré por
siempre, nunca podrás escaparte de mis querencias a pesar de tu firme y clara
lejanía.
Deseo que no se apaga, ni se
inquieta por nada, caminando hacia ningún lugar va tu estela esa que hace
suspirar más de una vez a mi alma.
Nunca me olvidaré los fuertes
latidos de mi corazón (enamorado de tu espejismo) que latía cada vez más
fuerte, cuando tenía algún contacto contigo.
Pero el cruel destino, que en
vez de acercarnos, se hizo cargo de la situación de muy mala manera, decidió
drásticamente resolver la situación haciéndote emprender la marcha hacia otro
lugar en que yo no viera ni tu sombra.
Así dejé que te esparcieras
como el polen de mis desidias, vagando en los desganos que derivan de no
tenerte entre mis brazos.
Amor platónico te llamo y llamaré...
aunque tengas un nombre que no puedo siquiera nombrar, porque comienzo a
extrañarte más.
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