Eres
lo que idealizo, imperfecta y a la vez extremadamente excelsa, como todo amor
platónico.
Todos
los días quiero que seas lo primero que vea al despertar, la voz que me diga lo
que está bien o mal; lo último que anhelo ver antes de dormirme.
Te
imagino cuando te sorprenda con el anillo para pedirte que seas mi novia.
Y
a la vez voy al paso siguiente, cuando te doy mi declaración de amor y te pido
que te cases conmigo.
No
eres de mí ni tengo esperanzas de que lo seas, pero nada me quita el soñarte.
Eres
ajena siendo soltera, porque eres de ti. Así que antes de soñarte, te pido
disculpas por el pecado de desearte.
Mi
deseo es ese bonito que toda mujer merece y que no todo hombre da. Así que
tranquila, que no vulnero tu probidad.
Eres
mi amor platónico porque no eres un capricho, sino un amor que se entiende es
improbable, pero que sirve para mucho.
Me
revitaliza, me eleva al cielo, no me deja caer, me permite tener un ideal y
varios por qué, para continuar.
¿Quién
puede negarse a lo que le hace bien, tan sólo porque no es precisamente como se
sueña?
La
anarquía humana no puede superar al enamoramiento puro, aunque este sea de un
enamorado solo.
Gracias
a que los mejores poetas y filósofos de la antigüedad crearon la figura del
amor platónico, estoy bien asido de la cordura y de una de las ramas de la
felicidad.
Ese
amor tiene tu nombre, tu imagen, tu voz, tus ideales, tu actitud, tu perfume,
tu prestancia y alegrías.
También
es un amor platónico que sufre cuando tú sufres, se reserva cuando estás
molesta, te acompaña cuando sólo te sientas a observa la nada.
Callarse
un amor platónico es un deber, para que éste no huya y en el ácido de la distancia
y la aversión se comience a diluir.
Es
sereno, aunque no haya besos; es fuerte aunque no tenga sus abrazos; es calmo
aunque no escuche sus palabras; es racional aunque no duerma a su lado.
Este
amor platónico por ti es lo único que tengo. Sólo que debo callarlo para que no
lo vayas a despedir sin motivo y sin protesto.
No
es conformismo, es la ley de la vida. Sí es la manera en cómo llegaste a mí, lo
acepto aunque no lo comparta.
Pero
gracias a que el amor platónico permite hilvanar todo lo hermoso de la vida en
pareja, aunque no exista, percibo que algo bueno de la existencia, al fin
tengo.
Si
nuestros destinos no se cruzaron en lo físico y espiritual, en mis sueños,
aventuras, picardías y valores, por siempre tú, mi amor platónico, vas a habitar.
O
al menos hasta que estés con alguien que te lleve a habitar en su lugar de
amor. Allí pasarás a mi pasado.
El
más lindo, noble y vigorizante de mis historias de vida, eso sí.
Porque
de ti, hasta en las cosas que contrastamos, he aprendido que hasta en el amor
platónico, eres realmente mi lugar sagrado.
Bebe y olvídalo.
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