lunes

No he Podido Verte



Marqué tu número telefónico, no sé cuántas veces, no sé cuántas no. Y eran números erróneos porque no lo sé, sólo tengo el ímpetu abrasador que ha estado incinerando mis sentidos. El querer escribirte, el poder verte, el sentirte.

Y no he podido verte ni vestida, ni desnuda; ni hablando, ni callada, ni molesta ni serena; ni laborando ni relajada; menos te he podido ver en el infinito de tus ojos y en poder de tus palabras cuando tus cosas me cuentas.

Lo intento y sigo sin poder verte. Busco entre miles de caras desconocidas a ver sí la fortuna o el destino nos entrelazan y cruzan y nada, no apareces, no puedo verte.

Y es cuando me siento, no derrotado ni resignado, pero sí reconociendo con pesar, que tu ausencia en mi vida es porque no sé quién eres, no nos hemos visto, no existes, no eres etérea ni tangible, no sé sí existes o no sé sí estás, pero no estás signada a mí. No te conozco y eso que te busqué, te llamé, te oré, te esperé, te luché.

No he podido verte y parece que ya no será así. No, no me di por vencido, me di por convencido que es el momento de ver hacia otro horizonte bordeado por el lago del destino, donde si pueda verte, reflejo mío, el que tanto abandoné esperando por quien quizá ya tiene –y espero sea así- un destino mejor.

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