martes

Ser Cyrano de Bergerac Moderno: Una Condena...



Soy el que las oye cuando su pareja les hace sufrir.

Soy el que no las oye cuando ellas ríen.

Coloco el hombro para su llanto.

No consigo un hombro para mi llanto, por lo que toca contenerlo.

Soy el que se alegra cuando les es útil en la solución de sus conflictos de amor.

Mis conflictos, son mi tumba interna.

Jamás pido algo a cambio de lo que doy, porque eso sería lo más sucio y oportunista en este mundo. La única satisfacción es que hice el bien. Nunca hay un espaldarazo.

Mi mente, cuerpo, alma y corazón se resienten de cada adiós sin palabras cuando ya no soy necesario. Pero -quien sabe de dónde-, renacen las fuerzas para una siguiente vez.

Soy el de los poemas que otros leen par recibir los besos, las caricias, el sexo, la pasión, el sí matrimonial. Soy el escalón hacia el paso definitivo. El que es pisado y no tiene esperanza de emerger.

Quejarme es una tontería porque nadie escuchará este lamento. Y hacerlo en soledad aumenta el sufrir y aparecen los molinos de vientos con sombras, para perseguirme de día y de noche cuán monstruos que en un resentimiento no querido, existen.

La pregunta ¿habrá un amor para mí?, es casi siempre respondida con un "ya te llegará", una mera formalidad que mágicamente aleja esa posibilidad, mucho más porque nadie te ayuda. 

Eso aumenta la imagen del Cyrano, un utilitario que roza con lo que sería un Celestino, sin querer.

Pero hay funciones en la vida y sí la mía es observar sin recibir, he de cumplir el designo de Dios. Porque al menos no soy un inútil siendo un tonto útil.

Sólo pediría que este don no fuera tan terrible por querer hacerlo...para lograr encontrar el amor.

Argenis Serrano

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