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Tu VideoChat en Málaga, nos Inspiró

No concibo día más hermoso que aquel que nos conocimos, porque destino éramos, porque los gustos se asemejan y tenemos diferencias que se pueden conciliar, entre ello, la picardía.

Recuerdo que me enviaste un recuerdo de tus vacaciones, las que tomaste antes de conocernos, tu video en Málaga, donde te sentías una con el entorno y a la vez te decías tan sola.

Me contaste que entre sábanas blancas, con un clima plácido, ante un gran balcón, veías las luces de la ciudad y te sentías tan sola en un ambiente tan erótico y excitante, donde una compañía hubiese valido lo que valdrían diez viajes. El ambiente propicio, para una soledad inapropiada.

Pues allí se me ocurrió (o tuve el empujón) que, teniendo tanta tecnología en nuestros Smartphone, el paso era el más evidente entre las parejas, un chatsexo que nos uniera cuando los días para vernos no pudiesen coincidir. Tú por ser enfermera y tener que cumplir guardias y yo por ser empleado en una compañía en la que me toca trabajar por turnos.

Ese día que no laboramos y no nos vimos, pero ya nos necesitábamos, nos preparamos así como cuando hacíamos nuestros encuentros personales. Porque el que estemos en la 2.0 no es señal de que no le pondríamos ganas y valor a cada uno, más allá de la distancia. Si no hay magia y carisma en un video, hasta el amor o el sexo a distancia, se caen y las consecuencias las pagaremos en la vida real.

Hay un pequeño nervio, en ti porque creerías que te grabaría y lo difundiría, cosa que es un error. Eso lo hacen los sucios de alma y yo no soy así, porque me confieso mezquino en esto, lo quiero todo para mí y ese videochat erótico es mío, para mí, de mí, de ti para mí, en fin, todo lo que suene a mezquindad pícara, es mío.

“…Que la piel nos sienta, los oídos abran puertas,
Que una cámara nos muestre y la pasión al clímax nos conduzca…”

Y es así que con un micrófono, una webcam, dos cuartos medio arreglados (son nuestros lugares), comenzamos a hacernos el amor en la lejanía, emulando en nuestras manos y movimientos que era el cuerpo del otro. Te guiaba, me guiabas, y era por nuestros oídos que nuestros cerebros se transformaban en las cajas sonoras de la pasión.

El videochat o las llamadas tienen una sensación de comodidad y seguridad a la larga que es difícil definir. Cada milímetro de piel se emula, cada beso y gemido se siente, cada sonrisa, mordiscos, mordida de labios, exclamación se vive, porque así es cuando dos personas se desean y desean lo mismo, contra todo obstáculo de esta vida moderna.

En este mundo tan apresurado, un chatsexo es una ayuda que rompe los tabúes morales y que nos permitimos siempre que nos respetemos. Y a ti te respeto por ser la mujer más linda y tú me respetas porque me porto a la altura, en la salud y en la enfermedad, en la abundancia y necesidad, al salir y compartir con nuestras amistades y familiares.


Y eso sin habernos casado. Porque al hacerlo, quizás podamos reunir y hacer nuestra luna de miel en España, donde grabaste aquel video en Málaga que me inspiró y dio el impulso para que cubriéramos todos los flancos, en el lecho juntos o en nuestras casas distantes, siempre pícaros, siempre entregados, siempre responsables, siempre queriéndonos.


Y aún a través de un videochat, como en una página pícara, pero así entre nos, siento tu cuerpo tan cerca y tu alma mucho más, dentro de mí. Cosas del corazón y la confianza. Quizá, no sé, tal vez, quienes se sientan solos, podrían encontrar en una página web quien comparta esa vivencia. Pero lo cierto es que esta, es la nuestra.

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