lunes

EL ÚLTIMO CAFÉ DE UN CABALLERO...

Esta mañana dije en casa que no compraría más café, pese a las consecuencias que va a tener esa decisión, por su precio.


Y me acordé de mi tío político, el señor José Díaz, caballero español, estricto, metódico, caballeroso. Con mi tía hizo segundas nupcias y ambos en su forma disciplinada de ser, se llevaban muy bien.

Él contrajo cáncer y no se atendió con quimio o radio, ya sentía que era su tiempo. Pero no se quejaba, sólo asistía al médico y tomaba medicinas paliativas. Y -repito-, no se quejaba, trataba de estar lo más estoico posible.

Llegó la mañana que sólo él y Dios saben, la que conocemos una sola vez, la de ver la luz o de sentir que ya la muerte hizo acto de presencia para llevarnos.

Eran pasadas las seis, emitió algunos sonidos atípicos que despertaron a mi tía. le habló y él sólo le dio gracias por ser quien era, que le disculpara ese momento que estaban pasando, que todo estaba al día al menos. Ella no quiso tocar más el tema y hablaron de otras cosas, hasta que él, ya seguro de lo que venía, le dijo:

…"por favor Luisa, ¿me haces un cafecito?, se me antojó". Ella se extrañó porque él no era asiduo a que le hicieran el café sino hacerlo él, pero por su condición así ella en principio, lo captó.
Mientras mi tía puso a hervir el agua, subió a verlo...y ya su alma, no estaba...

Ella entendió que hasta sus últimos momentos él era un caballero y no quiso que ella le viera morir, que sus últimos recuerdos fueran las conversas previas y sobre todo, lo vivido.

Cuando me dicen que la caballerosidad murió, pienso que no es así, porque los caballeros dejan un legado intangible. El que muchos no sepan utilizarlo y apreciarlo es otra cosa.

No hay machismo en la caballerosidad, no se hace un aparte a las personas; el caballero corre su riesgo y sus decisiones por una dama, por una forma de vida, por la disciplina, por su sentir. Que éste mundo no te permita o no lo entienda, está al margen de todo lo que vive en la llama del caballero.

Un caballero es pícaro, atrevido y no deja de ser elegante, galante y bueno. no vean a los caballeros morir, pero sí maten al machismo o su símil el feminismo.

Tío, ese café no lo llegó a probar porque la muerte no le dio ese gusto. Pero la vida dio el gusto de saber que hay personas que son cátedra de lo verdaderamente valioso en nuestra existencia.

Hoy me alejo del café, pero más temería alejarme de la caballerosidad y personalidad, hasta en lo chabacano que soy. Porque la identidad no es lo que te rodea, es lo que emites y transformas. Y ser caballero, es una de las que más me gusta.

Ni la muerte de eso nos separa...

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