Con
el señorío se nace, la elegancia se hace,
¡Gran
obra de construir tu ser!
Sin
perder tu esencia propia de mujer,
A
la falsedad tu esencia deshace.
Paso
seguro de firme vaivén,
De
unos zapatos que realzan el paso,
Segura,
precisa, persona de bien,
Camina
y en acciones,
Destruye
al fracaso.
No
es pantalón, ni falda que hace,
Al
andar darle un pícaro toque,
Es
el andar de alguien que sabe,
Que
su actitud no permite descoque.
Sea
una blusa, camisa o demás,
La
que cubre aquello que al tonto atrae,
Que
olvida lo que la mujer vale,
Y
qué es lo que le hace destacar;
Admirar
a la mujer que porta un traje,
Sabe
sólo el hombre que ser hombre, sabe,
No
importa la hora, menos el lugar,
Ella
al mundo con su felling sale,
Y
a los multicolores hace resaltar.
Sólo
la elegancia va en armonía,
Con
una férrea e imbatible decencia,
Con
ese estilo –referencia y guía-,
Bien
devenido de su inteligencia.
Cualquier
accesorio o necesidad,
Se
luce coqueta con humilde gracia,
Así
ha de ser observar la galaxia,
Desde
el alto trono de una deidad.
Palabras,
coherencia, gesticulación,
Dotes
correctas de buen oyente,
Un
alma que no es indolente,
En
lo sagrado u obsceno, ella ve emoción.
Sin
perder ese don que del vientre vino,
Y
que sin poses le hace destacar,
Aún
en un mundo que a los desvaríos,
Le
rinden honores, como a un sultán.
Sea
la prenda, sea el color,
Sea
la crema o sea el perfume,
No
importa lo que ella a diario use,
Reirá,
llorará o tendrá seriedad,
Mostrará
que es humana y centrada a su vez,
Porque
ese es su aporte a la humanidad.
Sabe
su elegancia y no le da stress,
Ella
no es moda, es personalidad.
Prosa: Argenis Serrano - Twitter: @Romantistech
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