miércoles

Josefina, tu segundo nombre


Amiga de sonrisa franca, palabras sutiles, modernismo y sueños.

Madre de un niño que tiene destellos en sus ojos únicos, de un amor que rescata a propios y extraños.

Van a ti mis palabras…

No podré olvidar el día que cruzaste ese umbral y no pude más que admirarte; a nuestra amiga en común saludaste y fuimos presentados. Afable, sin ser procaz ni atrevida. Con muestras de que la vida te había golpeado y tú seguiste firme.

Cada reunión de estudio era amena, que me motivaba a estudiar. Y aquella vez que hice el informe y dijiste tu segundo nombre, fue la forma de ambos conectarnos: Josefina.

Dijiste que fue un error decirlo, ya que no te gustaba porque te sonaba feo. Y referías que a muchas que se segundo nombre tienen, también. Es más, varias personas me lo han dicho. Y para ser sincero, a mí no me lo parece.

Porque el nombre sin alguien que con valor lo porte, nada es. La rosa con otro nombre sería igual de hermosa; el sol con otro nombre sería el astro rey, Venezuela con otro nombre sería mi país, tu país.

Y disculpa, Josefina, por nombrar esta tierra que ya no te cobija, para que los golpes de un imbécil, de esos que se dan con el cuerpo, las palabras, la mentalidad, las omisiones, la indiferencia y el desdén, ya no te toquen.

Josefina, siempre te incomodabas que así te dijera yo, sabías que no me burlaba, sino que decía tu nombre. Ese que portas por tu padre, José. Ese que tantas mujeres portan y que como tú, lo tienen acallado no sea que la gente haga un mal comentario que amerite la justa respuesta que viene de darse su lugar de respeto, aunque no les importe el qué dirán.

El nombre que tenemos es cosa de padres y también de Dios, aunque el ve corazones donde sabe quién es quién. Y sabe que tú, Josefina, tienes un corazón tan bonito que le drenaste bastante a tu hijo, el fruto de tu amor y la negación al odio. El niño que de su padre nada tiene y que eso, le conviene.

Recuerdo cuando te vi entrar a la iglesia con la marcha nupcial, fue el mayor de los contrastes. Tu emoción y sonrisas, tu porte y clase contrastaban con el desgano del desposado. Dios me perdone lo que dije y siempre diré, pero ese día ante Él, tú no te casaste, porque medio amor no es un matrimonio.

Ya esa venda se cayó de tus ojos y me alegra que me lo digas tú y poderlo refrendar. Ya en otro país con vientos y flores de paz te cobijan, trabajas en lo que te gusta y estás con quien sí lo merece.

Tu alegría, Josefina, es la mía.

¿Viste, Josefina, que el nombre es una identificación legal, pero eres tú en tu forma de ser la que queda identificada ante el mundo?, sin ataduras que limiten en nombre de un falso amor, sin tratar de cambiar a quien no lo desea, aprendiendo a convivir y adaptar para grande, para ese espacio de la vida donde tú estabas signada estar.

¡Ay Josefina, no dejo de agradecerte cómo me trataste!, recuerdo aquella vez que nos vieron juntos y una señora de las inscripciones al ver tu embarazo dijo “¿él es el papá del niño?” y ambos reímos. Y obvio que no lo soy, pero bendigo que tú ahora lo seas.

Josefina, Josefina, Josefina…lindo nombre, como cualquier otro, cuando lo porta alguien de bien; lo único que es feo es la persona que no valora sus orígenes y no escribe su historia con buena voluntad. Y como esos no son tus casos, porque buenos dones tienes, entonces es hermoso.

Josefina, con garbo y certeza,
Transita por nuevos senderos,
Con ojos mirando a los sueños,
Y labios nombrando deseos.

Respiras ya nuevas virtudes,
Tu cuerpo, de natura es,
Tu mente, brillante y cortés,
En nuevos logros te haces.

Josefina, yo siempre querré,
Que demuestres tu noble firmeza,
Porque esa es la noble belleza,
Que de ti en mi alma tendré.

Mares, tierra, montanas y ríos,
Nos separan en nuestros caminos,
Más al cerrar mis ojos, te miro,
Pues lo que soy, también has construido.

Ojalá que nadie tenga más excusas con sus nombres o apellidos, que esa fruslería nos deje estar en paz. Y brindo por quienes, teniendo los nombres o apellidos que tengan, son felices con o sin reparar en ello. Así como tú debías serlo antes, lejos del verdadero nombre del mal que te hizo.

Nota pues Josefina que enorme es tu fuerza, que no huiste, sino que te reescribiste. Que eres el amor de tu hijo y viceversa, quién sabe sí de alguien más. Lo que importa Josefina es que haces camino al andar, como lo hacen las personas bellas en actitud y aptitud.

Josefina, no quise hacer una carta y te la hice; pero es que te aprecio tanto que ahora que de nuevo te encuentro, debía decirte las mejores cosas de ti, cosa que se me hace objetivo pues tú eres alguien de bien, que se equivoca, pero rectifica. La nobleza te hizo actuar con fuerza.

Josefina es tu nombre y así se llama nuestra amistad. Así se llaman las palabras de aliento que me diste, así se llaman las risas que compartimos mientras me decías loco. Así se llamarán siempre mis recuerdos.

Tu primer nombre no lo digo, porque así me lo pediste. Porque cuando el título de éste escrito te dije, me aseguraste que te reíste y eso es lo que esperabas leer.

Y deseo que el viento de ese país donde estás llegue a mí y me diga “Josefina”, cada vez que necesite ser…feliz.

Adorada y respetada por mí, tu felicidad es la mía. Que el contacto no se vuelva a perder y que a ti y a tu hijo, Dios les bendiga.

Muchas veces me hace falta una amistad y cariño. Cuando me vea decaído, tu nombre me rescatará. Y en éstos años he conseguido damas de bien y honor. Más, como ser humano ambicioso y pedigüeño/soñador, de verdad deseo conseguir más Josefinas o con cualquieras otros nombres en mi vida, pero de tan buen corazón, dignidad y porte como tú, para seguir inspirado y así estar constantemente mejorando mi vida por mí y para a la amistad, honrar.

Argenis Serrano - @Romantistech


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