Imagino que tus abrazos son ese candado que cuida una casita vieja y humilde, sin importarle lo de dentro, sólo se mantienen fuertes y seguros.
Percibo que tus ideas son
como una biblioteca donde gente entra, toma un libro y al abrirlo se llena del
mundo, o como cuando meditando llegamos a la comprensión o como cuando Dios nos
susurra qué hacer.
Comparo tus palabras con
duendes que van construyendo de manera fiel, silente y permanente, villas
mágicas que se hacen de verdad en las manos de los humanos quienes creen en la
fantasía y la hacen realidad.
Tus pasos son como los del
ciervo majestuoso que se yergue estoico en un bosque que le ve con agrado, como
truenos que anuncian el fin de la sequía, como cascabeles de heraldos de
estrellas.
Pienso que tus besos han de saber a nubes, oler a cariaquito morado, recordar gratos sueños, ser un regazo donde descansar e inyectar vida como la jalea real.
Creo que tus sueños son el
dèja vú de momentos de fuertes enseñanzas, de descanso, risas, reflexiones y
consenso entre quienes antes discutían y ahora construyen.
Oso a pecar pensando que
tu pasión es como el eslabón de una cadena que sostiene al buque que llevará a
miles de personas a vivir una nueva vida luego de tanto dolor; que cada
instante contigo es como probar la ambrosía, sentarse en un prado a contemplar
a la creación, que es hacer al corazón cicatrizar y hacerse más sano.
Todo esto no lo sabré, más
estoy seguro que me quedo corto, porque estás en el cenit que se dibuja con la
espada de la justicia entre los sueños y realidades, las espinas y los pétalos,
el dinero y el paraíso, el fuego y el hielo, la tierra y el agua, la felicidad
y yo.
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