Esclava mía, témeme. Ámame. ¡Esclava
mía!
Soy contigo el ocaso más vasto
de mi cielo
y en él despunta mi alma como
una estrella fría.
Cuando de ti se alejan vuelven
a mí mis pasos.
Mi propio latigazo cae sobre mi
vida.
Eres lo que está dentro de mí y
está lejano.
Huyendo como un coro de nieblas
perseguidas.
Junto a mí, pero ¿dónde? Lejos,
lo que está lejos.
Y lo que estando lejos bajo mis
pies camina.
El eco de la voz más allá del
silencio.
Y lo que en mi alma crece como
el musgo en las ruinas.
Reflexión
de Romantistech: Neruda dícese señor de una mujer y
nota que a cada paso que él se acerca en esa actitud, ella afanosa y dignamente
se aleja, consiguiendo él a la nada por tal pose de falso señor ante la vida.
Sírvase este poema como lección hacia las personas orgullosas y propensas al yoísmo: la factura que les pasará la vida es una dolorosa lejanía de quien un día les amó, por múltiples y crueles y reales razones.
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