El mundo se acaba para quien muere y
también para quien a sí mismo se lo trunca. Y mi mamá siempre lo dice, porque
es la mera verdad.
Mamá, estamos viendo un mundo que se
acaba por un mal diseminado que ni un mea culpa tiene, pero sí culpables. Y
cada vez que me entero que alguien muere, pienso en ti mamá y en mi papá.
Porque ese día llegará, bien lo sé, pero
de verdad que esta no es la forma, con la indignidad de un adiós que no se da y
con culpables que sólo buscan expiar sus responsabilidades.
Esa culpa podría cargarla, aunque no me
la voy a echar, mamá, porque me cuido para cuidarte como por igual a mi papá. Sí
ocurriese menos voy a martirizarme porque sé de dónde vino tanto mal, mamá. Y
tú bien que lo sabes porque bastante lo hemos hablado, como de miles de cosas
más.
¿Por qué hablar del mal precisamente hoy, mamá?
Nancy, en este día de tu cumpleaños y en
el cual agradezco como a diario que estés sana, bien nos tocaba hablar del mal,
para culparlo, para detestarlo y enfrentarlo para así al mismo, ganarle.
El Padrenuestro finaliza con “y
líbranos de todo mal, amén…”, pero también dice que perdonemos a
quienes nos ofenden.
Es duro decirlo, mamá, pero, perdonar el
genocidio es hacerse culpable del mismo y de seguro Dios en su eterna sabiduría
comprenderá que para librarnos del mal debemos librarnos del perdón a un daño
el cual no merecíamos como un todo de humanidad.
Por eso esta vez te hablo del mal,
porque sé que en tu bondad, mamá, no lo concibes y así bien me lo enseñaste.
Y me hace tanto bien que sigas conmigo
como señal de que el mal aún puede ser vencido. Y reitero, por igual a mi papa,
pero la cumpleañera de hoy eres tú y esta carta para ti, Nancy, es que va.
Mamá, los cumpleaños siguen siendo
felices a pesar de todo; son otra prueba de que Dios nos quiera acá y que a los
que se ha llevado es que antes los quería allá, librándolos de la culpa de este
mal hecho pandemia que sólo nos ha hecho preocupar.
Así será de exasperante que una carta para
ti debe hablar del mal, para agradecer el bien de tenerte. La ironía al menos,
es divina, aunque no tanto como el bienestar de saberte a mi lado, siendo la
conciencia de mis días.
Sigamos pues mamá, celebrando otros
cumpleaños tuyos, de mi papá, míos. Me disculpo porque un nieto o nieta no te
logré dar, pero las leyes de la vida, ese balance universal así lo hicieron.
Por algo sigo siendo niño inquieto e
impetuoso, adolescente imprudente y revoltoso, adulto responsable y orgulloso,
viejo dicharachero y orgulloso, para darte de qué hablar y que hacer, para que
tus días aún en pandemia, no sean tan igual.
Hoy, Nancy, querida mamá, otro
cumpleaños de esos que pasas tranquila y sin mucho adorno o innovación –que te
faltan-, tienes ya. Pero sé que a pesar de todo, la sumatoria de los días te
han complacido desde tu nacimiento hasta hoy porque has vivido en entornos
humildes, pero repletos de buena voluntad.
Van mis respetos para quienes lean esto
si no tienen a su mamá; pero bien saben que su cariño y afecto en las acciones
de ustedes, por siempre vivirá.
Quien la tenga, ¿Qué está esperando para
llamar a su mamá?, eso es bueno con el mero motivo, de que en este mundo ella
está.
No somos mucho de abrazos, Nancy, bien
sabes que es verdad, pero mis palabras, mis escritos, los regalos, los dulces,
las conversas, las diatribas, las risas, las opiniones, las ayudas, las
consultas, mis desastres, mis locuras, todo lo que mi alma para bien da, sabes
que tienen sentido, porque con tu apoyo cuento, mamá.
Feliz cumpleaños, aunque la pandemia no
quiera; ella este amor no detendrá.
Que hermosale carta de Feliz Cumpleaños para tu mami aunque la Pandemia no quiera.. Me uno a celebrar la Vida de tu mamá... eres bendecido por Dios por tenerla!!! Y por supuesto de tener a tu Papá también...
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