Que la paz divina inunde
tu alma mientras ángeles custodian tu descanso, aguardando juntos el nuevo
amanecer.
Deseo que tu lecho sea un
jardín vivo, donde el perfume de los pétalos disipe miedos y revele, al fin, el
esplendor de tu esencia.
Bajo el manto del
silencio, mi voz se hace eco, hilando hilos de seda entre tu pecho y el mío,
para que ni el frío de la sombra roce tu aliento.
Me filtraré en tus sueños
con anhelo para beber de tu fuente y renovar mi canto. Reposa entre nubes de
ambrosía, vida mía, que yo velaré tu calma hasta que el sol regrese.
Seré la centinela de tus
anhelos más callados, el guardián de la luna que se posa en tu frente, hasta
que la aurora reclame el espacio de tu nombre.
Y al despertar, cuando la
luz nos encuentre, mis labios y mi canción serán el arrullo que busque el dulce
brillo de tu mirada.
Claridad y reposo, una
para bien amanecer y el otro para que tengas al tope tu potencial y ser de
mujer.

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