En la Intimidad… la lucha entre las sombras que de noche y de día persiguen a los silentes, se queman por la entrada de luz a través de las ventanas físicas y del abrir los ojos a la realidad y a la paz interna.
En
la Intimidad… jugamos en la cama a ser todo aquello
que la mente crea y cree, lo que la vida no nos hizo pero jamás nos quitaría
del lugar necesario para el humano, llamado imaginación.
En
la Intimidad… las fantasías se desbordan apostando a
lo posible y perdiendo sin perder, para poder aprender a estar en el carril de
la realidad y no envanecernos en la victoria ni hundirnos en la derrota.
En
la Intimidad… se proyectan las películas más tristes
en el techo, haciéndonos debatir entre verlas o no hacerlo, resignarnos o
reescribirlas, llorar o reírnos por desplantar los males que nos azotan,
simplemente siendo más fuertes.
En
la Intimidad… está la desnudez que en los sueños libres
de tabúes nos muestran que nos hemos colocado atavíos de exageración para
cubrir nuestros miedos e inseguridades; al caer esos ropajes y quemarlos en la
hoguera alimentada por el nuestro fuego del alma, llegan las prendas reales que
nos acompañan en el día a día y que son el respaldo físico a nuestra prenda
adorada, la personalidad.
En
la Intimidad… cantamos aunque no sepamos, nos animamos
aunque no estemos tristes, gritamos aunque nadie sepa entender ese grito
libertario surgido del romper las cadenas de lo convencional, lo restrictivo y
lo demencial del mundo que no ve en lo más íntimo de su ser para poder convivir
con los demás.
En
la Intimidad… se encuentra a esa pareja que no
veíamos por estar buscando primero afuera, sin sabernos realmente dentro,
creyendo que planeando o dibujándonos ya nos habíamos hecho, cuando no más eran
ideas sueltas y los bosquejos de un bohemio que dibuja un sueño en una
servilleta que luego perderá en un cesto de basura de la ciudad.
En
la Intimidad… el espejo y todo lo reflectante son
nuestra compañía; el ulular del viento son las palabras que nos consuelan; las
paredes y ventanas son nuestra comunicación al mundo; alma, mente y corazón descansan
y reflexionan para seguir su paso a la hidalguía.
En
la Intimidad… se observa al horizonte como lo haría
el osado que escala la más alta montaña; se visualiza el resultado de nuestra sentida siembra encausada al éxito acompañado de la
humildad y la continuidad. Y es de allí donde se proseguirá al mundo exterior,
ese que ya no es tan íntimo porque es compartido.
En
la Intimidad… se recobran las fuerzas perdidas rebuscando
en los momentos tristes, para luego emprender la nueva expedición por mejores y
compartidas alegrías.
En
la Intimidad… el amor nos hace, nos hacemos el amor,
el amor se multiplica y la soledad que nos brindó su compañía, parte sin estar
dolida, al ver que su presencia momentánea sirvió para que todos los pesares perecieran
tapiados por los escombros de una nueva persona mejor y más fuerte, que en la
intimidad se halló renacida.
Argenis
Serrano - @Romantistech
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