Elementos…
Y
como fuego dentro de mí,
que
me mueve con el vapor de tu ímpetu,
brindándome
ese calor de hogar,
forjándome
de simple pedazo de metal,
a
espada que guía los ejércitos de mi ánimo.
Tierra
debajo de mí,
me
sostienes y mis pasos no te dominan,
pues
sigues fértil, renaciente,
siendo
sendero para el descarriado,
comida
al hambriento,
suelo
dónde edificar los sueños.
Aire
sobre mí,
donde
vuelo, retozo, juego entre nubes,
veo
al cielo y al universo tan cercanos,
sin
asfixiarme, sin temer,
con
un punto de vista muy alto,
donde
no hay ego ni miedo a caer.
Agua
alrededor de mí,
fresca
y dócil, con su cauce definido,
donde
un náufrago se halla feliz en solitario,
sintiéndose
acompañado de ti,
un
elixir propio del mundo.
Bosque
delante de mí,
Aromas
de tranquilidad y juegos de luz y sombra,
Donde
eres el árbol imponente que en el centro está,
En
el que el perdido se encuentra,
Y
te toma como hogar.
Nieve
tras de mí,
que
me enseña a ver al pasado turbio,
atrapado
en un alud del cual sólo se aprende,
pero
no se vive en él,
mientras
los copos me indican que vea al frente,
donde
eres mi aurora boreal perenne.
Minerales
cercanos a mí,
valiosos
según el hombre así los vea,
distintos
a ti que por ti misma vales tanto,
que
mil vidas de trabajo constante,
no
me ayudarían a costear.
E
igual para mí,
sigues
allí como todos los elementos conocidos,
siendo
esa química inusual que mueve a la sonrisa,
al
entendimiento, rectitud y lo inusual,
siendo
ya la partícula elemental,
para reformularme y ser mejor.
Argenis Serrano
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