En ocasiones hay tanta confusión y tristeza que no podemos ni siquiera formularnos las preguntas idóneas. Y eso que nos las pasamos buscando respuestas. Vamos de aquí para allá, hurgando en todo lo bueno e incluso en lo que muchos ponen a un lado. De todas esas, me decidí por el Tarot.
Y me atreví. Osé cruzar
al umbral de lo que la mente sólo puede comprender cuando se atreve a abrirse a
realidades insospechables. Consulté a las
cartas del Tarot lo que el destino me deparaba, lo que mucho se escondía en
una densa niebla de irrealidades, lo que las mentes supuestamente más lúcidas
no podrían deducir con su lógica.
Osé a abrir mi mente
así como abrí mi corazón a la llegada de un ser que me ayudase a consolidad
este rompecabezas de mi ala, los retazos de mis cuitas, el hilo de mi
existencia. En la tirada completa de
las cartas del Tarot, encontré consuelo, percibí orientación.
Lo que me ocurrió con la lectura del Tarot
Las cartas del Tarot
no son juego, sino sagrada devoción. Y por ende entienden así al amor que es
igual y superior, aunque Tarot y Amor en sus símbolos significan misterio y
seducción.
Me desvelaron enigmas
que yo mismo no podía formular, desde hacer al piso de mi cordura, como el
económico y sentimental. Porque a un amor se le ofrece, más allá de lo
material, esa estabilidad de la cordura y la conexión emocional.
Ese mazo de naipes me
fue contando de francas posibilidades atadas a mi corazón. Todas buenas pero
ninguna meritoria, si yo no actuaba en franca comunión entre mis sentimientos y la razón.
Por el Tarot entendí
que el amor es una historia que se escribe antes de aparecer, esa mujer que ya
trae la suya y que está deseosa de querer.
Esa concentración que se me pidió cuando lanzaron la
tirada completa de cartas a mi nombre, es la misma que se me pide para cada
paso que dé. Que nunca deje de pensar, nunca deje de sentir, que el significante y el significado de cada
acción por mi enamorada, vayan generándome mayor conocimiento, para mejor
estar, para mejor cumplir.
El Tarot es como el Zodiaco, que significa relación
con el cielo y con lo divino. Y es a él que elevo mis ya claras preguntas,
¿Cuándo llegará?, ¿Cómo sabré que es ella?, ¿Me darías la fuerza para dar los
primeros pasos y bien encaminarme?
Las respuestas en las cartas del Tarot me llenaron
de sorpresa. Ese toque humano de escepticismo se rompió ante una lógica clara,
que respondió lo que sólo sabía mi alma.
Nadie me coaccionó ni jugó con mi inteligencia emocional; todo lo que las
cartas del Tarot me revelaron fueron el pleno de verdades que me ayudaron a
saber qué preguntar y a obtener más respuestas de las que podría yo merecer.
Tengo el conocimiento que todo hombre puede querer
para amar a una mujer: Sé que le debo ofrecer y que ella de sí, su mayor
esfuerzo también va a dar.
Sé que podremos caer, pero que el amor de ambos nos
volverá a levantar.
Sé que no todo es como se cree que es, pero que
mucho del mundo nos puede bien asombrar.
Aprendí que el querer es estar, en mente, corazón y
alma, incluso cuando físicamente no nos podamos acercar.
Tengo claro que lo material vale mucho, pero nunca
como el amor, respeto y lo que supere a lo sensorial.
Sé que el Tarot no es magia, sino que la misma es la
que nosotros en nuestro querer y andar, podamos en nuestra flama del amor
podamos hacer cada vez más y más destellar.
¡Y no saben cuánta felicidad que en mi cuerpo ya no
cabe, fue la llegada de ella, esa que yo mismo supe propulsar!
Más por develar
Cuando la vida se siente completa porque el amor de
la persona amada te llena, todo tiene nuevos y mejores aires. Me siento fuerte,
creativo, mejor poeta.
Con el Tarot encontré la claridad en mí para poder
consolidar las preguntas y triunfar con sus respuestas. Porque el amor en base
al esfuerzo individual que se suma al de la pareja y hacerse entre ambos un
verdadero uno en dos, es tocar al
universo y que éste habite entre mis manos.
Sin dudas, sin temores, sin falsos tabúes, seguiré consultando a las cartas del Tarot
sobre las cosas de la vida. Porque ellas no me dicen lo que tengo que hacer ni
reacomodan con hechicería ni herejía lo que es o ha de ser.
Ellas me ayudan a entender al mundo con una agudeza
visual que parte de la mente y va en perfecta comunión con el alma. Allí, donde
de común el amor y el interés verdadero por la persona amada habitan,
funcionan, dirigen y a la vez con nosotros, sueñan.
Cuando por trabajo, estudio, salud, familia o
diversión necesite de una orientación, claro que acudiré al Tarot sin temor. Si
sus arcanos me orientaron en el bien más preciado del mundo, el amor, por supuesto que me darán
pistas para qué alma y astucia se guían, para encontrar el camino mejor.
Somos los capitanes del barco que es esta vida, en
el mar del amor que Dios nos concedió. Y sean las cartas del Tarot los mapas
guías, que bien nos orienten, para que nuestra sea la mejor decisión.
Nunca dejes de preguntar, así alejarás al temor que
surge, por dudar.
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