Que la piel más curtida es la
que ha sentido el filo de la derrota, y aun así, sigue abrazando la esperanza.
Que los castillos en el aire,
por más bellos que sean, necesitan cimientos de realidad para sostenerse en
pie.
Que los amores que arden sin
medida suelen consumirse en cenizas demasiado pronto.
Que las promesas del viento
son tan ligeras como su paso, y no siempre regresan a cumplirse.
Que la risa disfraza la pena,
pero nunca la borra del todo.
Que la verdad y la mentira se
visten con los mismos colores en la boca del astuto.
Que los finales felices
existen, aunque no siempre son los que imaginamos.
Que el fracaso no es un castigo, sino un maestro severo con lecciones imborrables.
Que los errores no son
cadenas, sino caminos que nos obligan a mirar atrás para avanzar mejor.
Que las sombras solo tienen
poder si uno olvida que la luz siempre vuelve.
Que el orgullo puede ser una
fortaleza, pero también una prisión sin salidas.
Que la humildad no es
debilidad, sino la certeza de que nadie lo sabe todo.
Que las despedidas duelen
menos cuando uno aprende a soltar con gratitud.
Que las palabras no dichas pesan más que las que duelen.
Que la imaginación es un
refugio, pero nunca debe reemplazar la verdad.
Que los días se van sin aviso,
y el tiempo no espera a quien posterga la vida.
Que hay belleza en la
cicatriz, porque es testigo de la lucha y no del fracaso.
Que los sueños son brújulas, pero los pasos son los que realmente nos llevan lejos.
Que uno aprende, siempre aprende, aunque a veces duela, aunque a veces tarde, aunque a veces sea demasiado tarde.
Argenis Serrano
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