Fueron
besos de fuego, de pasión encendidos mil caricias ardientes calcinaron mi piel.
Fueron instantes sublimes, con angustia esperados, fueron momentos de dicha, que hoy anhelo olvidar.
Tus mejillas sedosas, y tus manos tan suaves son dos dardos candentes que torturan mi piel,
Tu mirar claro y tibio, tu sonrisa tan clara tus abrazos estrechos, hoy los quiero olvidar.
He olvidado contigo, la bondad de otros seres, el amor más sublime que me puedan brindar
Las caricias más limpias, las miradas más puras, el besar de otros labios, y te quiero olvidar.
Hoy anhelo ferviente ignorar tu existencia olvidar tus palabras, tu pasión, mi rubor.
Olvidar que en un día hice tuya mi vida y en amor a otra vida, hoy te quiero olvidar.
Le suplico a mis ojos que destierren tu imagen y a mi rostro y mis labios, tu pasión y besar.
A mis manos les ruego que no añoren las tuyas y a mi ser digo en vano que te quiero olvidar.
Aún mi alma palpita, recordando tus brazos y a mi mente al olvido es en vano obligar
Pero dime ¿cómo puedo pedir que te olviden? si mi vida a gritos dice, ¡que no te quiere olvidar!
Fueron instantes sublimes, con angustia esperados, fueron momentos de dicha, que hoy anhelo olvidar.
Tus mejillas sedosas, y tus manos tan suaves son dos dardos candentes que torturan mi piel,
Tu mirar claro y tibio, tu sonrisa tan clara tus abrazos estrechos, hoy los quiero olvidar.
He olvidado contigo, la bondad de otros seres, el amor más sublime que me puedan brindar
Las caricias más limpias, las miradas más puras, el besar de otros labios, y te quiero olvidar.
Hoy anhelo ferviente ignorar tu existencia olvidar tus palabras, tu pasión, mi rubor.
Olvidar que en un día hice tuya mi vida y en amor a otra vida, hoy te quiero olvidar.
Le suplico a mis ojos que destierren tu imagen y a mi rostro y mis labios, tu pasión y besar.
A mis manos les ruego que no añoren las tuyas y a mi ser digo en vano que te quiero olvidar.
Aún mi alma palpita, recordando tus brazos y a mi mente al olvido es en vano obligar
Pero dime ¿cómo puedo pedir que te olviden? si mi vida a gritos dice, ¡que no te quiere olvidar!
Adiós sin rencor, irrespeto, sin amargura. Aprendiendo quién soy, de lo merecido y lo que no, lo que fue y lo que no debía ser, de nuestra propia existencia.
Aprender que no hay culpables sí no hay querer, porque obligarlo es anarquía.
Adiós, estoy seguro que sin mí, sí que te irá mejor; lo sé, me conozco...y no me buscaría.
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