Entró al cuarto y pensó que aquel momento podía ser perfecto, tan natural, como si llevasen décadas compartiendo sus vidas: Lo contempló unos segundos y sus ojos se deleitaron tan solo de verlo leer un poemario, tendido en la cama, esperándola.
Ella se desvistió lentamente con una sonrisa en los labios para acompañarlo esa corta noche. Se recostó a su lado, posó un delicado brazo en el desnudo pecho de él y cerró los ojos, mientras afuera las gotas de lluvia caían como si de un cuerpo inerte se tratara; un cuerpo que cae al vacío de la soledad dada la gravedad...
Autora: Lcda. Sarita Espinoza
Fuente: http://casadelanonna.blogspot.com/
Autora: Lcda. Sarita Espinoza
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