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La vida tiene altas y bajas

 “Ahora ya camina lento, como perdonando al tiempo…viejo, mi querido viejo”. Así dice parte de la célebre canción argentina “Mi Viejo”, aduciendo una realidad de muchos en la vida, la movilidad.

Y nosotros, los hijos, que estamos en la plenitud de nuestra existencia, debemos estar pendientes de nuestros padres, abuelos y hasta bisabuelos, quienes en su lucidez y ansias de ver los frutos que han cosechado en su familia, se encuentran algo o muy imposibilitados para moverse con fluidez, fuerza, constancia, en especial por las escaleras.

¿Cómo quitarle a quienes está en pleno uso de sus facultades mentales y sentimentales el gusto de trasladarse por la casa que fundó con su trabajo o por la que los hijos obtuvieron bajo el tutelaje de una buena madre o un buen padre?, eso es imposible para cuando existe amor.

Hay quienes unen su esfuerzo laboral y su amor para buscar soluciones como la de comprar sillas salvaescaleras y así ayudar a su papá o mama o a ambos a subir y bajar con la comodidad y dignidad que se merecen.

Ese mecanismo que muchos ven en televisión, es posible de colocar en miles de hogares y así colaborar en el desplazamiento de sus padres y hacer que el amor por ellos tenga matices distintos, es como decirles “que no quede espacio del hogar que no puedas recorrer, eres baluarte de la familia y mereces poder estar más allá que el que se confina o limita en un cuarto, porque cada escalón le cuesta un mundo”.

El amor tiene muchos matices y vigilar la salud y ensalzar la dignidad de nuestros seres queridos es una variante del mismo. Por la familia, todo.
Igual para quien por un accidente temporal o permanente requiera desplazarse, las sillas salvaescaleras o las sillas elevadoras, que le permiten una nueva forma de valerse, apegada a su estado. Y quien le regala la oportunidad de sentirse útil a alguien, también le está regalando amor de sí mismo y a su vez, inspirándole a tener autoestima, fortaleza y amor propio.

La vida tiene altas y bajas. Quizá sea un cliché, pero es la mera realidad. Nuestra fuerza no es la misma con el paso de los años. Las circunstancias del día a día se pueden prevenir pero no predecir, así que cuando toca solucionar, es la unión familiar, el amor, la propuesta de ideas y materializarlas con lo posible, factible y tecnológico lo que a la final logrará que podamos apoyar al necesitado y decirle que pese a los vaivenes de la vida, nada te podrá confinar, hacerte sentir inútil o que estorbas; al contrario, tienes nuevas formas y oportunidades de seguir aportando lo más valioso, lo que nace de tu mente, alma y corazón.

Nadie es inmune y  a su vez, a nadie se le abandona; se le rescata y se le ayuda a crecer para valer. Eso, es amor.

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