Me sorprende que las parejas se separen. Me parece muy triste cuando esas miradas que una vez se encontraron y tanto se dijeron, ya no quieran coincidir y por ello callaron hasta no tener la necesidad de oírse.
Ver a parejas que eran pura miel, ser ahora un limón seco.
Me sorprende y cuesta a la vez entender que a veces la separación es lo mejor porque algún o algunos daños se evitan porque ya están latentes. Me sorprende que esos daños no se pudieron intuir con alta anticipación para atacarlos de fondo o sí acaso se presintieron, se dejaron pasar con un "no vale, yo no creo", o "a mí no me pasan esas cosas como a los demás".
Me cuesta aceptar que esos besos ya son pasado que no se saborea; que esa desnudez contemplada y saboreada mutuamente no cumple ninguna función; que la firma de papeles o sello celestial caducaron.
No es fácil para mí asimilar que la magia se termine; no puedo tolerar que quienes se hicieron uno, ahora sean dos y con peleas.
Es algo tolerable que la amistad regrese en el caso de algunas parejas (que hasta llegan a volver, temporal o permanentemente, porque se agarran de las cenizas que cuál Ave Fénix buscan revivir). Porque las peleas, a la larga, no son buenas. No hay una guerra estúpida, todas las guerras lo son y punto.
Me cuesta comprender, quizá porque el amor ciega o la atracción sexual aturde, que alguien no viera los defectos del otro u otra o que de verlos querría que un acta de matrimonio los cambiaría, que un hijo o hija les ataría y despertaría nuevas actitudes o que no creyera lo que padres y amigos de verdad, le comentaran, diciéndoles lo que debían oír y por ello lo execraban, ya que ellos o ellas sólo querían escuchar lo que les convenía. De haber tomado en cuenta ello, o cambiaban por convicción o cambiaban de pareja. Eso evitaba los dolores del divorcio y la cuesta en bajada y sin frenos de las emociones y necesidades.
Tantas cosas que quedan entender del divorcio, como opción, escape, necesidad y hasta casos de placer o corrupción, hacen que esas palabras de quienes lo han vivido -con o sin papeles, porque abandonar a una pareja cuando le requiere es un divorcio también, con el toque canallesco-.
Es particularidad de cada quien. Porque individualmente me podrían aducir razones tan valederas que escribirían tomos de motivos para divorciarse, que sí bien no son tan pesados como la razón para casarse o juntarse (AMOR), son perfectamente respetables.
Lo que no quisiera leer más es que sintieron dolor; lo que no quisiera escuchar más es esa distancia llena de piedras, botellas rotas, monte y culebra y hasta una cerca de alambre de púas y electricidad que es vigilada por perros furiosos y custodiada por guardias dispuestos a matar, donde los amigos y conocidos son a veces las víctimas entre los separados.
Más, sigue siendo de respeto el que cada quien se decida divorciar porque así lo sintió o necesitó y ninguno estamos para juzgar y mucho menos aprovecharnos, estamos para compartir tal cual éramos antes, aunque pisemos terreno irregular.
Es lo debido, más espero puedan entender que siendo soltero, que anhela un amor de esos que no son de cuentos de hadas, sino de pareja que entre coincidencias y aristas se mueve, comunica, acepta y resuelve, quiere vivir y no separarse. Comer en un solo sitio pues.
Para mí y millares más de solteros o personas separadas con ilusión de estabilidad, de seguro hay esa misma sensación de sorpresa que la gente se separe, cuando cuidar y amar lo que se tiene es tan buen abono para que florezca lo debido y no lo árido de un terreno desértico de emociones con quien sintieron amar y el día a día dijo que no acertó en la decisión o no es como la ideó, pero no la llevó a la práctica en conjunto.
Personas divorciadas, mies respetos, aunque siga en mi sorpresa y sin entender.
P.D.: Irónicamente, es correcto separarse en el noviazgo cuando éste no funciona, más entonces me sorprendo y digo, ¿acaso el destino juega ajedrez y mueve las piezas a ciegas, encontrándonos con quien no es?, ¿o acaso el aprendizaje lleva dolor en su período de prueba?
La verdad que no sé.
Ver a parejas que eran pura miel, ser ahora un limón seco.
Me sorprende y cuesta a la vez entender que a veces la separación es lo mejor porque algún o algunos daños se evitan porque ya están latentes. Me sorprende que esos daños no se pudieron intuir con alta anticipación para atacarlos de fondo o sí acaso se presintieron, se dejaron pasar con un "no vale, yo no creo", o "a mí no me pasan esas cosas como a los demás".
Me cuesta aceptar que esos besos ya son pasado que no se saborea; que esa desnudez contemplada y saboreada mutuamente no cumple ninguna función; que la firma de papeles o sello celestial caducaron.
No es fácil para mí asimilar que la magia se termine; no puedo tolerar que quienes se hicieron uno, ahora sean dos y con peleas.
Es algo tolerable que la amistad regrese en el caso de algunas parejas (que hasta llegan a volver, temporal o permanentemente, porque se agarran de las cenizas que cuál Ave Fénix buscan revivir). Porque las peleas, a la larga, no son buenas. No hay una guerra estúpida, todas las guerras lo son y punto.
Me cuesta comprender, quizá porque el amor ciega o la atracción sexual aturde, que alguien no viera los defectos del otro u otra o que de verlos querría que un acta de matrimonio los cambiaría, que un hijo o hija les ataría y despertaría nuevas actitudes o que no creyera lo que padres y amigos de verdad, le comentaran, diciéndoles lo que debían oír y por ello lo execraban, ya que ellos o ellas sólo querían escuchar lo que les convenía. De haber tomado en cuenta ello, o cambiaban por convicción o cambiaban de pareja. Eso evitaba los dolores del divorcio y la cuesta en bajada y sin frenos de las emociones y necesidades.
Tantas cosas que quedan entender del divorcio, como opción, escape, necesidad y hasta casos de placer o corrupción, hacen que esas palabras de quienes lo han vivido -con o sin papeles, porque abandonar a una pareja cuando le requiere es un divorcio también, con el toque canallesco-.
Es particularidad de cada quien. Porque individualmente me podrían aducir razones tan valederas que escribirían tomos de motivos para divorciarse, que sí bien no son tan pesados como la razón para casarse o juntarse (AMOR), son perfectamente respetables.
Lo que no quisiera leer más es que sintieron dolor; lo que no quisiera escuchar más es esa distancia llena de piedras, botellas rotas, monte y culebra y hasta una cerca de alambre de púas y electricidad que es vigilada por perros furiosos y custodiada por guardias dispuestos a matar, donde los amigos y conocidos son a veces las víctimas entre los separados.
Más, sigue siendo de respeto el que cada quien se decida divorciar porque así lo sintió o necesitó y ninguno estamos para juzgar y mucho menos aprovecharnos, estamos para compartir tal cual éramos antes, aunque pisemos terreno irregular.
Es lo debido, más espero puedan entender que siendo soltero, que anhela un amor de esos que no son de cuentos de hadas, sino de pareja que entre coincidencias y aristas se mueve, comunica, acepta y resuelve, quiere vivir y no separarse. Comer en un solo sitio pues.
Para mí y millares más de solteros o personas separadas con ilusión de estabilidad, de seguro hay esa misma sensación de sorpresa que la gente se separe, cuando cuidar y amar lo que se tiene es tan buen abono para que florezca lo debido y no lo árido de un terreno desértico de emociones con quien sintieron amar y el día a día dijo que no acertó en la decisión o no es como la ideó, pero no la llevó a la práctica en conjunto.
Personas divorciadas, mies respetos, aunque siga en mi sorpresa y sin entender.
P.D.: Irónicamente, es correcto separarse en el noviazgo cuando éste no funciona, más entonces me sorprendo y digo, ¿acaso el destino juega ajedrez y mueve las piezas a ciegas, encontrándonos con quien no es?, ¿o acaso el aprendizaje lleva dolor en su período de prueba?
La verdad que no sé.
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