jueves

La Infidelidad y el Corazón


Ningún corazón bueno puede soportar la infidelidad, ni darla ni recibirla.

Ser infiel un rato y luego decir que no va a reincidir porque ahora se va a portar bien, es fidelidad.

Un hombre bueno, que recibe la noticia de su novia de estar embarazada de otro, poco tiempo antes de la boda, es víctima de infidelidad.

Y ese corazón no aguanta la noticia, llora por horas, le duele la cabeza, se pregunta por qué, se inculpa y exculpa, no duerme, se aísla.

Y cuando parece que se calmará para hablar, se desploma y le sobreviene un infarto. Y en la cama de un hospital, muere.

El diagnóstico habla de arterias, venas, qué sé yo.

Los que le conocemos sabemos que murió de amor. 

Porque fue el fiel enamorado que resultó traicionado.

La mujer que es víctima de un infiel, siendo ella hacendosa, bella, capaz, consecuente. Y él, por cobarde o creer tenerle comiendo en la mano y buscando más placer, le es infiel.

En divorcio culmina y él termina culpándola, entre falso llanto y promesas vacías, para luego ser hostil.

La infidelidad no conoce de géneros, sólo conoce de los corazones.

Y sí el corazón quiere disfrazarse según la ocasión, es infiel.

Un corazón bueno jamás es infiel. Sólo le es infiel a la infidelidad.

Y sí no hay amor o futuro, sólo compañía, lo más fiel es decir adiós y seguir.

Pero no mates, no hieras, no te creas superior, no seas infiel. Aunque no se descubra, sentirás que eres desleal hasta contigo.


Argenis Serrano - @Romantistech

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