Para el
hombre solo o mujer sola es común comer a solas. Es su momento de bajar el switch para lo
que reste del día y de la noche.
Pero bien
sabe que eso no puede ser permanente. La soledad sólo sirve de raticos y para
despejar, no para hacerse uno con ella.
Comer
acompañado es compartir sabores, gustos, estilos, palabras. Es ver otras cosas,
las que puedes imaginar pero siempre serán a tu conveniencia.
Comer solo
en un lugar rodeado de personas permite ver cómo se manifiestan, perciben
interactúan y disfrutan o no. Aprendes.
Y la
práctica está en comer en compañía.
Comer en
familia es divino y se aprende las formas y se aceptan.
Comer con
otra persona es mostrarse según la educación. Evitar las falsas poses y
personalidad disímil o banal es preponderante.
Educación y
etiqueta no se alejan de personalidad y gracia.
Comer en
compañía es bonito y más cuando se está con alguien que de una u otra forma, te
nutre.
Comer con
compañía, llena un gran vacío, en el alma.
Disculpa,
¿Comemos juntos?
Argenis Serrano - @Romantistech
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