El amor en tiempos de pandemia es muy difícil para quienes están lejos y las líneas territoriales les separan; difícil para quienes unos cuantos kilómetros dentro o fuera de su Estado; complicado para quienes estando juntos se ven agobiados por el peso del sufrir de la humanidad toda.
El
amor en tiempos de pandemia no sólo puso a prueba a la salud y la empatía, la
creatividad y la búsqueda de sosiego; también puso a prueba el amor de las
parejas, el amor por los hijos, el amor por el trabajo, el amor por el estudio,
el amor por el regocijo y el amor por la vida, demostrado con hechos, frases bonitas nacidas del corazón y reinvenciones.
Y
cuando se pone en duda al amor se pone en duda a la piedra angular en la que se
equilibra al mundo, el verdadero motor de nuestra rotación y existencia. Porque
sin amor, ¿Qué otro día querríamos ver?, ¿Qué otros ojos querríamos buscar?,
¿Qué cuidados y cariños nos querríamos profesar?, ¿Qué logros querríamos
alcanzar?
Lo
estéril de nuestros sentimientos sería devastador para las acciones que antes
habíamos calculado. Y sí, los sucesos cambiaron nuestros planes. Pero el amor
en tiempos de pandemia debería ser aún ese cromatismo brillante, como un
arcoíris que nos bordea para darle colorido, motivo y fe a nuestros pasos.
Amor de parejas
Esas
parejas que quedaron en planes de una gran boda no deberían reducir su plan
verdadero y mantener al amor en tiempos de pandemia. El plan es casarse, con
fiesta o no, la celebración de quienes le quieren por su unión será noble y
grande, más no tanto como ese triunfo que es una nueva carrera llena de metas a
trote seguro, porque es entre dos corredores que quieren ganar vida a cada
paso.
Amor de novios
Quizá
el no visitarse mucho vaya entristeciendo; que la intimidad vaya en caída pueda
ser incómodo. Pero el amor en tiempos de pandemia entre una pareja de novios
que apenas comenzaban cuando esto inició debería tomar esta como una gran
prueba de amor. Si ambos se deciden a superarla, pues el día de su boda será
más bien la reafirmación y consolidación de lo que debió ser. Pero sí las
trabas por cuestiones de salud, horarios de restricción, dinero y comida les
hacen claudicar, quizá haya que celebrar que no se consumó lo que estaba
también enfermo: el amor.
Y
no precisamente por el virus que asola a la humanidad…
Amor entre casados, con o sin hijos
Les
tocó fuerte; la producción de dinero y los cuidados por quizá ser persona en
edad de riesgo dificultan la plenitud del amor.
Roces,
discusiones, aburrimiento, tedio. La lejanía estando juntos es un riesgo que ya
muchos han corrido y que seguirá siendo fuerte si no le buscan la solución a
sus problemas con comunicación, nuevos planes, mejores rutinas y la convicción
de que esto no es su culpa, pero sí es su deber enfrentarlo de manera tal que
triunfe el amor en tiempos de pandemia.
Los
hijos deben aprender a estar con sus padres, porque la lejanía tecnológica ha
mermado su amor y ese distanciamiento es perjudicial para la empatía y el calor
fraterno. Un hijo descarrilado por tedio al amor, será en el futuro un adulto
sin empatía y de la misma acusará a un virus, siendo más bien culpa de la falta
de un gran abrazo, palabras cónsonas con su edad y educación y muchas sonrisas
nacidas del corazón.
Amor en tiempos de pandemia en la lejanía
Familias
separadas por el motivo que sea, que sólo por redes sociales se ven, pero no se
tocan; se lloran, pero no se sienten cerca. Se escuchan pero no se siente su
calor humano. Muchos se van alejando porque no aguantan, otros buscan las
maneras y la cercanía virtual sumada con los recuerdos les dan fuerzas en su
flaqueza para que el amor en tiempos de pandemia sea el vencedor y que llegada
la oportunidad de volver, toda esa distancia y ese tiempo perdido se recupere
en el más profundo de los besos, en el más largo de los abrazos, en el mas
locuaz de los bailes, en el más delicioso plato de comida hecha con amor.
El amor en tiempos de pandemia al trabajo y al estudio
Los
horarios, la presión, la escasez, las previsiones y las restricciones. El hacer
poco cuando mucho se hacía; bajar la actividad. Salir y tener que encerrarse y
no salir del trabajo a retozar. El amor en tiempo de pandemia a todas estas
cosas han hecho a las personas algo amargadas, aburridas, resignadas, llorosas
y llenas de interrogantes.
Lo
que queda es escaparse y dicho escape es hacia uno mismo. A hacer las cosas que
te gustan en otro entorno, de otra forma, que el conductismo y lo andragógico
sea lo que nos eduque y nos haga útil. Que la productividad llegue en la
innovación y así la vida sí se podrá llamar vida al ser útiles, prácticos y de alguna
manera no pensada antes, pero resultante de nuestro interés, rentable.
El amor en soledad
Quienes
ven sólo paredes y techo; quienes contemplas nubes y se preguntan o no el
motivo de su soledad, el amor en tiempos de pandemia les ha pegado así quieran
negarlo o ni cuenta se den.
Porque
la vida es sólo un rato y este ya está reduciéndose a ratico. Y quedan tantas
palabras por decir y sin tener a quien, tanto amor para dar y nadie quien lo
reciba; tanto para aportar y no tener quien esté a tu lado inspirándote desde
lo productivo hasta lo inspirador de las sonrisas.
Y
en una mezcla de estoicismo y pragmatismo se buscan edulcorar para crear una
coraza de tranquilidad que a su vez les da más fragilidad. Y con tantas
limitaciones para interactuar, conocer, que les presenten o tropezarse con
quien podría ser la persona que acompañe sus días, el tiempo se va de manera
inexorable pasando y cada día los logros y las arrugas se entremezclan para
crear un triunfo seco que no trasciende de uno mismo, faltando ese legado que
se une al compartir de emociones ya que no se puede conseguir a la usanza
tradicional un amor en tiempos de pandemia.
¿La
solución a esto?, dispensen, pero esa interrogante no la sé responder, bien
podrían ustedes escribirla y hacerla llegar. Con eso probablemente salven a una
o cientos de almas, solteras o no, que adolece de este terrible mal que asola
al mundo y que requiere mucho de conciencia, acción y sobre todas las cosas,
amor en toda la extensión de la palabra. ¿Se
atreverían a responder?
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