lunes

Ninguna Mujer se Fijó Nunca en Mí

 

Ninguna mujer se fijó nunca en mí... Pero si dejase hablar y a hacer al resentimiento y a la indiferencia, ¡pobre ser sería!, pero hoy por hoy me burlo de esos males, ¡dispense usted que me ría!

Ninguna Mujer se Fijó Nunca en Mí

 

Ninguna mujer se fijó nunca en mí y ya no duele,

Como en tiempos de juventud y adultez contemporánea fuere;

Porque con el tiempo y los aprendizajes muere,

Lo que de verdad funciona es que el alma dolida, de nuevo vuele.

Ninguna mujer se fijó nunca en mí pese a decirme,

Que pasado el tiempo y la distancia su cariño seguiría;

Pero una promesa al viento, no es del todo sublime,

Es sólo un apoyo a tempore, que seguro se disiparía.

 

Se encuentra en el haber un te quiero apasionado,

Que se escapó sin saber lo que había hecho;

Luego se retractó apenado y algo maltrecho,

Que enseñó al corazón a no vivir ilusionado.

 

Estuvo el regaño por un fallo químico,

Que nuestras esencias mezclar con exactitud no podía;

Se alejó esparciendo un ácido que no me merecía,

Del que me salvé al devolverse a ella esa brisa.

 

Y no, no me dio placer ver su caída,

Raudo y veloz le tendí mi amistosa mano,

Hoy por hoy me trata como un hermano,

De esos que sin ser sangre, te obsequia la vida.

 

Ninguna mujer se fijó nunca en mí y es mi culpa,

Porque quizá no fui tan duro como es mi pensamiento,

Más ahora sólo es una mueca que suelto en el momento,

De pensar que por eso, ya mi alma no sufra.

 

Ya no habrá la batalla de la cita a ciegas,

Ni el momento del desaire de la no asistencia,

Que un obsequio se quede en una caneca,

Mientras me regaño por la muy temida reincidencia.

 

Nunca envidié ni sentí rencor de verlas casadas,

Ni regocijo cuando el divorcio les había tocado,

Sólo me preguntaba ante tal ocurrencia,

¿Entre ella y yo, hasta hoy que hubiese pasado?

 

Los giros de la vida me han enseñado,

Que lo que ocurre tiene una finalidad,

Cosas escritas desde la inmensidad,

De un cielo en que habita el ser más sabio.

 

Lágrimas, sollozos, quejidos y suspiros,

Pueden venir que son cosa humana,

Más sepan que hoy mi alma se ufana,

De ser ya más fuerte, como nunca lo he sido.

 

Ninguna mujer se fijó nunca en mí,

También la culpa es de ese balance,

Que hace que el mundo su equilibrio alcance,

Sin que ello me indique el no ser feliz.

 

Faltará, sí, quien tomar de la mano,

Un abrazo inocente y otro apasionado,

Ese beso pequeño y decente,

Ese beso más largo y apasionado.

 

Me alegra que nadie pueda reprocharme,

De herir o faltarle a mujer alguna,

Reprocharle o decirle alguna cosa insulsa,

Sentir que con ellas quiera desquitarme.

 

Ninguna mujer se fijó nunca en mí,

Eso no es culpa ni de ellas ni mía,

Ni del cielo que lo dispuso así,

Es sólo el destino, que tendió otra vía.

 

No buscar ni esperar decidí,

Pero cerrarse no es mi palabra,

Es el tiempo exacto el que descalabra,

También todo aquello que te hace infeliz.

 

Ninguna mujer se fijó nunca en mí,

Lo digo de joven hasta este, hoy día,

¿Quién sabe si está por allí?

Y mañana aparece y hace que sonría.

 

Sí, pensar en el Yin y en el Yan no es correcto,

Porque es un juego que puedo perder,

Más recuerde, quien lee, ser perfecto,

En humanos es pecado el querer.

 

Más ahora hago lo que no hice,

Y es quererme y exigir más de mí,

Ninguna mujer se fijó nunca en mí,

Y es momento que mis velas ice;

Navegar por un rumbo que vi,

De dulzor y de paz se reviste.

 

Ninguna mujer se fijó nunca en mí,

Mis errores, carencias y bobadas me acusan,

De mis cenizas de nuevo surgí,

En pro de ser este hombre que buscan:

Bien portado, centrado y gentil,

Que define al amor, ¡Noble Lucha!

 

Un post por y para mí: Argenis Serrano

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