Hay portadas serenas y otras intimidantes, como rostros y cuerpos, que anteceden a la página principal que es la mente.
Aquella que captura,
La que explica,
La que manipula,
La que es concordia o
discordia,
La que es vacía, la que
está atiborrada.
La página principal de la vida amorosa es aquella que en una primera cita o primer encuentro, teme o no verte a los ojos.
A través de los ojos se
saben verdades,
Una mirada que se evita
es una malicia directa,
Una mirada que se aplaca
bajo dos párpados que se acompasan con una sonrisa, es una timidez sana y un
deseo enorme por ser una persona amada.
Una mirada al horizonte
es de quien tiene visión,
Mirar más que con los
ojos, con el alma, es curarse en salud.
La página principal del libro de nuestra vida tiene impresa con tinta permanente el poder que expresan nuestras acciones.
Las que hablan
realmente por nosotros,
Esas que nos confirman
o desdicen,
Las que crean seguridad
o temor en otros corazones,
Las que procuran una
vida en el que cada momento es el verdadero porvenir que se renueva.
Cómo poner como página principal de nuestra vida a las palabras, es crucial como con nuestros gestos.
Que la verdad pegue,
pero jamás mate,
Que la sinceridad nos
haga mejores, pero superiores al caído que queremos, jamás,
Que la palabra escrita
sea serena y precisa, para que al ser leída, dé respuestas y no que abra más
dudas o pesares;
Que los estos acompasen
lo que queremos decir y no destruyan las intenciones;
Que hasta el silencio
en los momentos adecuados, diga cuánto amamos y todo lo que para bien mutuo
queremos.
La página principal del libro de nuestras vidas es cautivadora. Y el contenido ya escrito, el que se está escribiendo y los capítulos que están por escribirse con letras de oro como ningún alquimista logró, deben estar a la par de la verticalidad y chispa de nuestras vidas.
Para que quien lea
nuestra página principal sepa que no encontrará un alma para leer bañada en
maldad, tontería o monotonía, sino que encontrará una pieza vital para el
rompecabezas de nuestras vidas.
Seamos pues quienes
coloquemos en la página principal de nuestras vidas, luego de la portada
física, antecediendo al verdadero valor en nosotros, la dedicatoria tan especial
que podría rezar:
“Te
doy la bienvenida al libro de la vida de quien te escribe y a su vez te lee;
recuerda siempre que todo buen comienzo tiene buen final y en la épica de mi
vida tú has llegado y te he permitido leerme, porque eres un bien para ti y
para mí”.
Sí de verdad lees con
mente, alma y corazón, sabrás que esa dedicatoria en la página principal, es
una invitación para ti. Y esa lectura perenne que trasciende al plano terrenal,
siempre tu gusto lector llenará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario