Es chocolate mi amor
eterno.
Chocolate, otro color
del amor.
Oxígeno para esos días
en que la tristeza me quiere asfixiar.
Circulan a mi mente
mejores ideas cuando el chocolate toma posesión de él.
Como si mi materia gris
se hiciera dulce y amansara mis temores, cuitas y desazones.
El chocolate hace de mi
memoria un caudal de cosas buenas, de momentos placenteros que se unen a ese
cuando le degusto.
Aromas de otrora,
relacionados al chocolate o a quienes me dieron momentos placenteros,
despiertan, hacen ebullición cuán fuente de chocolate y me rescatan de lo que
creo me hago yo mismo.
Me ayuda a retener
imágenes y asociarlas con alegría; porque el chocolate es así, nada mezquino.
Ese suspiro que se
parece al del enamorado, cuando se siente cautivado o desanimado de no
conseguir al amor, brota solito con la mordida a un chocolate.
Compañero de tantos
postres, donde sólo puede él destacar por ser el sabor ideal, para quien desea
ser amado.
No hay tarea que no
anime, que no ayude a despertar; también puede reconciliar, con quien se te ha
disgustado.
Chocolate para la dama,
cuando se le quiere pretender, es un detalle tan fiel, que del chance abre el
candado.
Cuando el chocolate y
tú, se unen en una empresa, no importa que se ensombrezca, él te hará ver buena
luz.
Sí la depresión que es
tan fuerte, un dolor que se hace cruel, el chocolate logra vencer, ¡comerle es
también quererte!
Todo el cuerpo se
relaja, uno se reinicia, toma nuevas fuerzas, el habla fluye, la garganta se
aclara, el corazón se despierta y marca un ritmo feliz, porque el chocolate es
un bien así.
Cuando el duelo es
fuerte, el chocolate se hace un compañero de lágrimas que va endulzando y
encausando al dolor a salir, para que entre la redención.
Un chocolate es un te
quiero, un gracias, un ¡comparte conmigo!, un momento a solas, una travesura de
comer escondido, un regalo de tantas formas, un alivio, un supresor de males.
Así tanto dulce pegue,
lo que nos dará siempre será mayor. Por eso cuando quiero demostrar
sentimientos, al chocolate me apego, él habla por mí y expresa bien lo que yo
no puedo.
Que el chocolate sea tu
compañía así como es salvación y brindis en mis penas y alegrías.
Argenis Serrano, amante
del chocolate
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