Es
Dios en su acepción más pura, la que se siente y obra en todos con el balance
eterno de su sabiduría y amor hacia nosotros.
La
bendición de una madre, sus regaños, sus consejos, comidas y remiendos. Sus
lágrimas y sus ausencias para laborar y llevar el amor al hogar en forma de
subsistencia a la cual ella con su aquiescencia, nos la transforma en cariño.
La
vigilancia de un padre que en lo grande y pequeño, aunque no parezca está más
pendiente de lo se cree, siempre listo con ese amor que nos tiene para
defendernos, retarnos, prohibir o permitirnos lo debido, dejarnos caer o subir,
pero con él siempre estaremos contando.
Ese
tintineo que parecen destellos de luz en la sonrisa de un niño que agradecido
nos saluda desde su inocencia.
Esa
actitud férrea pero con guantes de seda que busca disciplina en esas personas
que no quieren que nos descarrilemos ni que seamos un simple cabús, sino los
trenes que acompañemos en caminos con o sin rieles, más allá de la lontananza, lugares
donde el amor, alcanza.
El
amor ese ese beso que llega; el amor es el beso que no llega, pero que se desea
tan fuertemente que en sueños se tiene.
El
amor es dejar partir a quien sueños tiene y en los que no tienes una figuración
estelar. Y es ese mismo amor el que los hará realidad y sin quererlo, por
liberarte de la mezquindad, sabrás que colaboraste a que fueren esa hermosa
realidad que sentirás también tuya.
El
amor es un gemido que contiene un nombre que con ojos cerrados y un abrazo
enérgico se emite desde el alma, un pequeño grito que se hace eco hasta en el
silencio del universo.
El
amor es asir de la cintura con determinación pero sin abuso y que pase lo que
deba pasar, para bien pero nunca para mal. Porque el rechazo no es falta de
amor, es sólo un camino en el que tú no tenías permiso de entrar, pero por la
ruta del cariño, de seguro podrás de nuevo andar.
El
amor es aquella mentira que muere o antes de decirla o en la verdad de un acto
de justicia.
Es
tanto y es todo que tiene muchísimos sinónimos, como por ejemplo: tu nombre.
Es
la confusión de quien tiene demasiado ego o está obnubilado y no entiende las
señales y por ende, ha perdido el amor propio que tanto necesita para a otros
profesarlo.
Se
vuelve tanto que te hace hacer locuras juguetonas, gastos tontos, saltos
involuntarios, sonrisas locas, cánticos con letras propias.
Es
proseguir las obras de quienes nos dieron amor hasta el momento propio en que
el cielo les hizo el llamado al descanso eterno. Porque honrarles no decayendo
y sus enseñanzas siguiendo, es brindarles el verdadero amor eterno.
El
amor es lo que realmente une a las parejas, eso que muchos discuten y no
entienden.
Es
lo que se necesita mutuo para matar al divorcio, resolver los conflictos,
acabar con las intrigas externas, con quienes buscan ser la tentación, con la
infidelidad y el tedio.
El
amor es también lo que hace que mis palabras sigan, viviendo en lo que veo en
ustedes, mientras espero la llegada del amor hecho mujer o de la señal de que
no vendrá.
Mientras
tanto, el amor propio en mí seguirá y la fuerza, me dará.
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