lunes

Violeta


violeta
Violeta, nombre, color y flor que evocan un grito que retumba en lo recóndito de la mente, 
por sincero, feliz, que llegó al cenit de la cordura y la alegría del estar y del ser;
Violeta, un algo que no se repetirá en el tiempo y realidad, 
pero que vive eternamente en el ser de quienes ese momento de dicha, vivieron apasionadamente.
Violeta...


Mis cánticos a la Violeta

Estás revestida de un manto de verde hoja y un ropón de honor ultramarino, adornado, Violeta, con el color que te da tu nombre, además de una humildad y aspecto que crea delicias a los sentidos.

 

Si la rosa es llamada el orgullo de la mañana, tú deberías ser llamada la candidez benevolente.

 

¿Es digna de envidia tu hermana la rosa, viviendo la vida de los dichosos, pero muriendo mártir de su propia belleza?

 

Tú, Violeta, ya marchita desde la infancia, te consumes de pena y naces ya vestida de duelo, pero siempre con un alma en total algarabía que es contraste, delirio y misterio.

 

Qué breves son los momentos de vida que tienes, así como la abeja; pero como ella, eres tú, Violeta, portadora de una vida esplendorosa, aliciente y agradable.

 

Son largos los días en que el follaje que te acompaña, pasa a vegetar y se reseca, dejándote despojada de hojas, pero nunca indefensa.

 

Pero, n faltan los que abusando de tu comedida manera de ser ante el mundo, te tratan con frialdad, tosquedad e/o indiferencia; seres secos y nulos, tanto así que ni tu modestia ni atractivos llegan a tocar su corazón.

 

Quien a ti se acerca vacío y sin buenas intenciones, como un cascarón quebradizo muy pronto quedará; quien se acerque con ganas de tenerte a su lado para bien, del color Violeta del universo que portas, su alma y sentidos se llenarán.

 

Porque causas placer y encomio a quienes de tu lado te tienen y mayor agrado a los que te ven.

 

En los mercados de la vida, se te da poco precio para todo lo que vale; son pocas las consideraciones para tu enorme cuantía.

 

Hay quienes te buscan defectos incluso luego de haberte colmado de elogios. Son esas gentes que se descartan a sí mismas.

 

Y los que quedan, Violeta, son la pureza misma del amor, la amistad, la compañía, la solidaridad y el brillo de la vida misma.

 

Fresca siempre, convencida de ti misma, regalas perfume a las gentes de bien, regocijándoles; incluso hasta tu flor seca, tiene virtudes para ayudar a la salud de cuerpo y espíritu.

 

Pobres de aquellos que ignoran por temor, terquedad o egocentrismo tus cualidades y desdeñan descubrir tus ocultas propiedades.

 

Violeta, ofreces tantos motivos de reflexión a los meditativos, que, estudiándote, entendiéndote, buscándote, lograr instruirse de tus saberes, decires y pensares.

 

Porque  tu modo de ser le interesa a los que oyen la voz de la razón y además, suspiran por tu sutil y permanente belleza.

 

Consuélate, Violeta de ser tan frecuentemente desconocida, aunque paradójico sea.

 

Porque al ver a tus flores, sobre débiles tallos, que asemejan a un ejército cuya caballería ligera, con cascos de esmeralda, hubiera adornado sus lanzas con zafiros y, diestramente, arrebatado con ellas, la sorna victoria de los enemigos del amor.

 

Sigue así, Violeta linda, sabiéndote en compañía aunque te creas sola; porque en el pensamiento de quien por ti se inspiras, todo el día y en toda empresa, vas, estás y a tu nombre, el éxito, bendiciones, suspiros y besos, una y otra vez se te dedican.

 

Sólo se marchita la flor que no se acerca al humano y aún cortada de su jardín, sabe que dejará un legado de brillantez, dulzor e hidalguía.

 

Argenis Serrano

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