En
un juego de cartas los más salvajes se han jugado al amor de su vida, pensando
que tendrían más y perdiendo tanto que es difícil de cuantificar. Porque un
amor puro que se toma a la ligera, se puede llegar a diluir.
Otros, más coherentes, van rehaciendo sus pensamientos con ayudas externas que poseen en sumatoria, un valor trascendental: Se dejan ayudar con las cartas del Tarot gratis que les enfocan para reflexionar en lo que han hecho mal o lo que les ha faltado hacer y dejando así el destino en el labrado de sus
manos, siendo esa mujer amada la que diga la palabra final.
Otros,
que nos aferramos a las cartas de amor como en la vieja usanza, para que a puño
y letra o en máquina, se describa más o menos el caudal de emociones que se
tienen cuando esa mujer está cerca, cuando está lejos y en muchas ocasiones,
para cuando nuestra vida, no está.
¿Cuántos
niños no le han escrito una carta de amor a una niña, acompañada de dibujos
inocentes, donde les dicen sin temor lo que les hace sentir, con las palabras
más simples y a su vez de mayor pureza en el mundo?
No
sé ahora, pero en la historia de la humanidad hasta aquellos que no sabían leer
y escribir, hacían trazos de lo que sí sabían ver y bien describir, para que su
amada entendiera lo que por ella estaban sintiendo.
Hoy
muchos han abandonado esta noble manera de decir “te quiero, te amo, te necesito, gracias por elegir, te adoro por ser y
estar” y tantas expresiones más, enmarcadas en sentimientos y la
construcción de una epopeya que busca siempre terminar en sana y sagrada paz.
Se decantaron por el mensaje de texto, el WhatsApp, el tuit o un escrito por mensaje privado de Facebook.
Abandonaron al lápiz, la tinta y el papel, como
por igual al sobre y esa emoción tan pícara de dejar sus cartas de amor por
debajo de la puerta, el pupitre o el escritorio de la amada, hasta que, llegado
el momento, cara a cara su amor les confesara.
Ya
somos pocos los que fungimos de Cyrano de Bergerac a lo moderno para ayudar al amigo a decir en letras lo que aún
teme decir con palabras ante ella. Construyendo una providencia de emociones
que mayoritariamente tenían el mejor de los desenlaces.
Las
cartas de amor son la bitácora de lo que esa persona te hace sentir cuando va y
cuando viene; lo que sueñas, lo que esperas, lo que temes y hasta lo que
sufres.
Pasas
de las promesas escritas a las acciones concretas, porque quienes aún por
fortuna escriben cartas de amor, saben que la letra es compromiso y que el
papel podrá aguantar todo, pero cuando es hora de develar una mentira, no se
amilana y al mitómano con sus propias letras, confronta.
¡Ay
de los hombres que no saben la emoción de escribir cartas de amor!, de saber
paso a paso, letra a letra, qué es lo que sienten y cómo ordenarlo. Saber sobre
sus tabúes, miedos, limitaciones y hasta de sus propios celos. Y al verlo
reflejado en palabras, no les queda más que subsanarlos, por él mismo y sobre
todo, por ella.
Quisiera
yo tener a quién escribirles cartas de amor; de seguro que sería la crónica de
una buenaventura anunciada.
Porque
una musa, una compañera, una amiga que enlaza su vida con un hombre, amerita
saber siempre todo lo que él siente. Y hasta el más parco en palabras, más no
en emociones, tiene en las cartas de amor la salvación a todas esas
cohibiciones.
Y
palabra escrita, acción concretada. De esa manera es que se demuestra el amor
del hombre, siendo siempre un hombre de palabra en toda la polisemia de la misma.
Si
existieras, mujer querida, esas misivas de sentimientos de una y otra y otra
forma hacértelas llegar muy frecuente haría. Y entre carta y carta, iríamos con
actos, escribiendo en letras de oro y verdad, nuestras vidas.
De
la fantasía a la realidad; de la metáfora
a lo formal; de lo cotidiano a lo excepcional; de ti y de mí y de lo que
de nosotros dependa y derive, te escribiría.
Poemas,
frases, relatos, cuentos, humores y demás te describiría. Un libro de mil
capítulos nuestra historia así sería.
Las
cartas de amor deben entonces seguir viviendo. Que los verdaderos enamorados se
sigan aferrando a las mimas, ya que las mujeres jamás dejarán de sonreír,
pensar, temblar y sentir en cada lectura.
Este
es el momento de escribir lo que se siente, porque la vida es un ratico y ya
las cartas de amor y las otras, están echadas y el mundo nos exige correr o
quedarnos con la duda que nos podría llegar a corroer.
Si
mis cartas de amor llegasen alguna vez a existir, todo lo glauco del mar de mis
sentimientos, en cada párrafo, te juro que te lo hare sentir.
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