Me coloco de rodillas ante Dios, pero hago una reverencia ante ti, amada mía. Y aún con el gran temblor que siento y el temor de lo que resulte, callarlo no puedo y te pregunto, ¿Quieres ser mi novia?
Quizá esta plaza no sea el ambiente apropiado o
soñado por ti. A lo mejor mi visión del espacio, nubes, naturaleza y leves
sonidos urbanos en este lugar donde aquellas pocas personas nos ven, dándonos
privacidad y compañía a la vez, te sea arcaica. Pero así soy.
Y no, no quiero mostrarte inseguridades. Quiero mostrarte
verdades. Porque si quieres se mi novia, lo primero que te debo dar es el piso
seguro de que la fidelidad y la sinceridad serán las bases de nuestra relación.
Te aseguro que estas no son meras palabras de un enamorado que se declara
y luego lanza todo por la borda. Es mi esencia, es lo que soy y que busco
siempre ser. Sí me gano la confianza de alguien haciendo negocios, estudiando o
los buenos amigos en derredor, ¿Cómo no voy a serlo y mucho más contigo, que
eres la mujer que me hace definir el amor?
Vengo con toda la disposición de mostrarte con
hechos, lo que mis palabras no podrían bien explicar.
Te aclaro que desde que te conocí, he tenido la
tentación de hacerte saber mis intenciones, pero siempre temí de hacerlo por la
situación económica, el miedo al rechazo, no sentir que estuviese a tu altura.
Todo cambió y por eso hoy te pregunto si quieres ser
mi novia. Porque los miedos son necesarios para obligarte al reto personal de
vencerlos. Claro está que la decisión en esta ocasión no es mía, sino tuya. En tus
manos encomiendo mi destino.
Antes de tu respuesta, te cuento cómo es el amor
conmigo.
Es de lo más sano y a la vez de lo más pícaro. Es atento
y sorpresivo sin llegar a ser empalagoso o netamente material. Es de decir la
verdad aunque esta duela, sin que ello se entienda que sea mi verdad la que digo, sino la que ha de ser.
Enfrento las consecuencias de mis actos y errores y
disfruto moderadamente de mis éxitos, para crecer más en nombre del amor.
No soy muy dulce, pero odioso no soy. Creo en la
conciencia y la inteligencia para hacer las cosas, así como acepto las soluciones
en caliente y la improvisación.
Si quieres ser mi novia, todo será planificado y
será dentro de ese marco que aparezca la improvisación. Y también fuera de él. Sin
buscar cosas que te molesten, perturben o avergüencen. Ya con las metidas de
pata que aparecen solas, es más que suficiente.
No soy de salir mucho, pero, ¿Cómo no salir a gusto
acompañado con la mejor mujer de este mundo?, quizá no lo grite, pero en mi
rostro la felicidad de haber tocado al universo de un salto de alegría, siempre
se notará, por el solo hecho de estar contigo.
Me llevaré correctamente con tu familia y Dios
quiera que más allá de lo que yo pueda imaginar de bien. Porque no soy un
ángel, pero me gusta llevar la fiesta en paz.
Cuando te enfermes, allí estaré. Si lloras o te
molestas, allí estaré y buscaré la manera de apaciguar el fuego, aunque serás
tú quien lleve el río de nuevo a su cauce.
De tus logros me sentiré honrado y serás siempre mi
inspiración para dar un poco más.
Cuando me eche a dormir, soñaré contigo y feliz
estaré que estés en mi vida, si quieres ser mi novia.
Ahora, colocándote este collar, te pido formalmente
que vivamos esta aventura que comienza y que espero que crezca.
Esa aventura de conocernos en las malas y en las
buenas, en el día a día, en lo público y la intimidad, en el pasado y en el presente,
en las mañas y hábitos y en la muestra de nuestra personalidad habitual.
Si quieres ser mi novia, seré inmensamente feliz. Si
no quieres, claramente que me entristeceré, pero jamás algo malo de ti diré.
Porque el amor que por ti siento es verdadero. Y no
puedo venir con la mezquindad de que si no estás conmigo, de vi vida te voy a
exiliar y mil cosas malas o decepcionantes, espetar.
Cuando se siente algo tan bonito y sincero, no se
puede ser más que vertical y en el tiempo hacerlo trascender. Y así es mi amor
por ti, porque eres todo el real significado de esa gran palabra que llamamos,
mujer.
Y ahora, aunque tembloroso y sin más divagar y en
este instante nuestro destino marcar, formalmente te solicito, ante la inmensidad
de tu mirada, ¿Quieres ser mi novia y nuestros destinos, con hilos de oro,
comenzar a tejer y entrecruzar?
Espero ansioso y solemne, lo que me vayas a
contestar.
Argenis
Serrano
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