miércoles

Recopilación de Fragmentos de mis Pensamientos y Sentimientos por Ti

 

Cuando somos jóvenes, creemos que habrá muchas personas con las que vamos a conectar. Más adelante, entre el ensayo y el error, la vida nos hace darnos cuenta de que eso sólo sucede unas pocas veces. Y esa gente que se conoce, es la que vale la pena cuidar, más allá del espacio y la distancia.

 

Aunque nos excusemos en la rutina, a diario nos enfrentamos a nuestras propias vidas tal y como se nos presentan las situaciones; las previsibles salen rápido, las otras, que se deseaban no llegaran, no tanto; es cuando necesitamos otras mentes, manos, palabras y acciones que nos acompañen y quizá, rescaten.

 

Y aunque no suframos una verdadera escasez, todos tenemos distintas hambres profundas: hambre de mujer, hambre de amor, hambre de contacto, hambre de un sentido, hambre de saber, hambre de descanso.

 

Al cuerpo entero se le alimenta para sanarle en salud y no decaer cuando lleguen las inevitables enfermedades, que serán más benignas en la medida del alimento del amor propio por encima de lo que pusimos encima de nuestros hombros.

 

Estoy consciente de que tengo la edad en que las cosas se miran con más calma, pero con el interés de seguir creciendo, porque ese ímpetu no se detiene ni en el más profundo descanso, sólo cuando llega de la vida, el final.

 

Tengo los años en que los sueños se empiezan a acariciar con los dedos, y las ilusiones se convierten en esperanza, intentando comprender a la gente, aunque para ello haya que excavar hasta las raíces, sacar tierra y comenzar la siembra una y otra vez, por nuevos frutos, por nuevas flores.

 

Comprendo que debemos a emular al elemento de la vida, el agua, la que no ofrece resistencia, sino que fluye y siempre va a donde quiere, porque sabe que cuando se decide, nada puede oponerse a ella.

 

Las gotas de agua pueden erosionar la piedra, como las palabras erróneas, incluso las de amor cuando se sabe que los oídos de la contraparte no las quieren escuchar, por temor a que se resquebraje el diamante de la amistad.

 

Más recuerdo que tú y yo somos mitad agua. Y si no podemos atravesar un obstáculo, lo rodeamos. Es lo que hace el agua.

 

Si fuésemos, tú una fuerza imparable y yo un objeto inamovible, nos atravesaríamos porque estamos al mismo nivel.

 

Pero sólo somos humanos que nos necesitamos y a la callada y sin reconocerlo, nos queremos más allá de lo evidente.

fragmentos

 

Si antes de cada acción, pudiésemos prever todas sus consecuencias, primero en las consecuencias inmediatas, después, las probables, más tarde las posibles, luego las imaginables, no llegaríamos siquiera a movernos.

Más en lo que podamos prever, actuemos; porque jugarse una última carta nada más para ver que sale, es perder toda la partida de la existencia, por egoísmo, por anarquía, por antojo lúdico.

 

Volvamos a lo común que no es corriente, a esa sencillez de las grandes certezas, que nos han enseñado que la felicidad es amor y no otra cosa, porque el que sabe amar por encima de sí mismo inclusive, muy a su manera es feliz.

 

Todo el tiempo te he tenido en la cabeza, una idea fija en mi mente, diciéndolo toscamente por llamar así al hecho simple de extrañarte sin ser nada más que lo que somos.

 

Imagínate lo bien que sería un siguiente nivel entre los dos, sólo falta la disposición a concertar e intentar, para en lo que podamos, engranar.

 

Porque puede que la verdadera felicidad este en la convicción de que se ha perdido irremediablemente la felicidad y hay que volver a empezar de manera mejorada el periplo en ella hasta alcanzarla, ese debe ser su gozo.

 

Entonces empezamos a movernos por la vida sin falsas esperanzas ni miedos, siendo capaces de gozar por fin de los pequeños deleites, que son los más perdurables porque nuestros actos los hacen eternos, aunque los malos y amargados, no quieran.

 

Nuestras convicciones más arraigadas, más indubitables, son las más sospechosas. Ellas constituyen nuestro límite, nuestros confines, nuestra prisión y nuestra libertad. En fin, son, lo que somos. Por ello, hay que hacer para ser y ser para hacer.

 

Goza de la melancolía, de no saber, de no creer, de soñar un poco. Ama y olvida y atrás no mires. Y no creas que tiene raíces la dicha. No habrás llegado hasta que algo hayas perdido y algo, recuperado.

 

Ve, camina, porque el mismo camino de la muerte, es el camino de la vida, que se hace mientras bien andamos.

 

Todos tenemos guardadas distintas versiones de nuestras vidas, aunque nos las contemos solo a nosotros mismos, en silencio. Y las corregimos a medida que avanzamos, porque la verdadera nobleza es caminar toda la vida con pasos que salen del corazón; que tus actos estén de acuerdo con tus ideas, aunque el precio sea alto.

 

Argenis Serrano 

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