Amiga
mía, en estos tiempos de resiliencia, de nueva escritura con renglones de saber
y sentir que buscan hacer crecer nuestra calidad de vida; hoy que hemos podido
escribirnos por WhatsApp para concretar mensajes necesarios para ambos, te
escribo con tanta sinceridad y cariño que jamás podría entender y menos
cuantificar.
Déjame
antes que nada, agradecerte por tu fiel amistad, por tantos momentos bellos en
los que a tu lado he sido feliz.
Pasa
por alto, el atrevimiento de mi parte por haber tomado tu mano y acariciarla
suavemente, con el volcán de energía de aprecio que por ti siento; sólo te pido
que siempre sonrías de esa forma tan dulce que me hace hasta olvidar quien soy
y qué pesares tengo.
Anda, acércate un poco más a mí en lo intelectual, la empatía y la confianza;
lee, que quiero decirte algo de extremo valor, quiero darte aquel consejo que nunca
me pediste, pero que los amigos de verdad, dan como forma de proteger a quienes
queremos.
Quiero
hablarte del amor, de ese amor grande que no cabe en el universo. Te sugiero,
pido, ruego, que cuando ames, entregues el corazón entero con el cerebro y los
pies en el suelo (sí, eso se puede y de no poder, pode ayuda a quienes te dirán
lo debido y no lo que quieras escuchar).
Amiga
mía, deja que la llama del amor arda, que los consuma a los dos, que no quede
en el espacio un lugar en el no haya un poco de ese amor.
¡Ama!,
simplemente ama. Con el alma henchida de pasión, ¡con el ímpetu de un río
caudaloso y la serenidad de una nube que jamás se disipa!
Quiere con sensatez y sensibilidad, como si en ello se te fuera la vida, que
tal vez mañana ya no puedas hacerlo.
Enamórate
con clase, pero con gran intensidad; siente al corazón latir como potro
desbocado.
Todo
esto te lo digo sólo porque quiero verte siempre sonriente, sin que esto
implique que tu sonrisa está atada a la pareja. No, está atada a todo lo que
amas hacer, decir y sentir, porque el amor es así de grande.
Sigue,
amiga mía, por favor, mi consejo. Solamente una última cosa te pido... Cuando
te enamores de esa manera, fíjate muy bien de quien lo haces, odiaría verte
sufrir.
Ya
te lo dije una vez, y hoy lo vuelvo a repetir, sólo quiero que seas feliz.
Ahora, callaré mis palabras y no me entrometeré más, porque te respeto y sé
quién eres en tus fortalezas y cómo pides ayuda si hay alguna debilidad, como
las personas que sí saben enfrentar al mundo.
Y
en silencio absoluto, dejaré que los recuerdos de mí y de nosotros, sean los
que hablen, ellos te dirán lo que no pueden decirte mis labios...
Mi
ángel hermoso, cuando llegue ese día, en que tengas que amar como te he dicho,
por favor...
Da
ese paso al nuevo crecimiento y así mi razón de vivir (verte feliz), se habrá
logrado.
Gracias
por ser quien eres, amiga mía.
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