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La Canción de Bowser, “Peaches”: El epílogo de un feo ser que se enamoró de la manera equivocada


La canción de Bowser, dedicada a la princesa Peach en la película “Super Mario Bros”, trasciende más allá de lo divertida, original y atónica que es.

 

Se convirtió de manera veloz en el himno de todos aquellos que hemos estado enamorado solos y hemos hecho las cosas mal, para que luego el muro de la vida se colocara ante nosotros y sin contemplación e incluso, de manera sardónica, se riera de nosotros.

 

Esa canción es el reflejo de todo lo que está mal en un hombre que se ha enamorado solo y ha empezado a edificar un castillo para la que cree su princesa, sin el consentimiento o sin siquiera una luz de esperanza por parte de ella.

 

La canción de Bowser habla de conquistar al mundo para ofrecérselo a ella y no para hacer un piso firme el cual presentar con sus buenas intenciones ante ella.

 

El no consolidarse como persona y sacar lo mejor de sí, para sí mismo, es el caro error que también aleja a una mujer.

 

La canción de Bowser es el reflejo del alma sentimental y noble de un hombre, pero que se encuentra todo ello encerrado en un feo cuerpo al que ven todos y le temen, dándole a él las armas para “saber” cómo enfrentar la vida, siendo el villano temible que tiene en realidad más complejos que odio, por lo cual no sabe distinguir la realidad de la fantasía.

 

Le canta a su verdadero y único amor, según él. Hace todo lo errado para mostrarle cosas para que ambos tengan poder, sin entender que el verdadero poder radica en tenerse ambos, en la prosperidad y la adversidad.

 

Cuando repite "Peaches, Peaches, Peaches, Peaches, Peaches, Peaches, Peaches, Peaches, Peaches, Peaches", es porque es la única melodía que repite su ser y la que grita al mundo. Está bien, pero no ha sabido ganarse el derecho a interpretársela y que ella sepa que ese nombre es para él la mejor tonada, la palabra sagrada, el poema irremplazable.

 

Y luego de la canción de Bowser, vemos la verdad. Que sí no es lo que él quería, entonces nada sería. El amor quizá no es débil, pero no es verdaderamente dominante.

 

Porque un hombre coherente y enamorado, hace todo bien para conquistar a la mujer querida. Y sí no lo logra, no debe tomarlo como un fallo y sangrar por la herida con reconcomio. Es que en el libro de los destinos, ambos nombres no están juntos en el renglón del amor.

 

Pero, la canción de Bowser, que es un grito desaforado, es sincera, aunque esté plagada de errores y no sea el destino de un ser feo que vio en la mujer no sólo la belleza física, sino el complemento de todo lo que realmente engrana en una relación.

 

Cuando el amor se ve desde toda perspectiva, llega a esbozar planes para nada malvados, sino más bien pícaros para lograr las oportunidades que susciten lo esperado.

 

El amor es un misterio que no tiene mayores reglas ni se sabe quién tocará con quien; hay caídas, desavenencias, adioses, llantos, rechazos. Pero no deja de ser amor aunque fuera de uno solo, lo que se llama un adiós a medias.

 

Es ya la canción de Bowser el himno al amor desenfrenado, a las equivocaciones, al grito estentóreo, a la improvisación, al final del cansancio de lo que no se da aunque mucho se desea.

 

Es la sencillez que de manera incisiva se mete en el cerebro y hace tararear y que bien nos puede enseñar a decir y hacer lo que se siente, pero que ambas cosas se hagan metódicamente bien y que al menos, ambos abran espacio para que sea.

 

Una relación forzada no es relación de amor. La canción de Bowser nos lo enseño muy bien en tan sólo un minuto y medio.

 

Jack Black, siendo un genio, no vio lo que hizo, hasta que resultó ser el himno al despecho, una muy divertida y necesaria burla a la auto conmiseración (necesario para erradicarla), en fin, el canto más animado, divertido y aleccionador del mundo.

 

Yo, que todo esto he comprendido, estoy conmovido, tarareando la canción de Bowser a cada rato y deseando ya que se gane los premios que una sencillísima canción que llega al alma, merece.

 

Argenis Serrano





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