Heme
aquí pensando en aquellos susurros callados por tu no presencia.
En las palabras que quedaron mudas, como expectantes de una razón de ser.
Se formó un silencio profundo que emula al existente en el espacio exterior.
Pero este callar es grato, no es por nada malo ni por tristeza u olvido.
Regocijo
de tener una amigable paz en silencio; donde los recuerdos son sonoros.
En ellos recordamos nuestras miradas sin voz, pero llena de significados por
nosotros comprensibles.
Así que las odas al silencio en la actualidad, son la manera de comunicarnos en
la distancia.
Qué
ricura cohabitar con esta quietud interior.
Donde se escuchan los latidos del corazón con ecos en silencio.
No es un silencio eterno, es una pausa que funge de antesala.
El amor en silencio es la cuna de los enamorados.
Similar
al de la juventud, cuando enarbolamos la infranqueable bandera del primer amor.
Cuando hay amor en lejanía, al silencio sólo lo rompe una melodía callada de
instrumentos clásicos.
El ulular de ángeles y los pasos de dos personas amantes y acompasadas a su
propio ritmo.
Podemos
ser en silencio, ese grito de algarabía.
Que
le dice al mundo que el amor existe.
Cuando
se cree apaciguado u olvidado.
No
ha sido callado, sino que se comunica de otra forma.
La
de dos seres insistentes en vivir discretamente, pero nunca con un amor
acallado.
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