ME NEGUÉ A CRECER… porque la infancia me dejó los recuerdos más
valiosos, los que adulto me hicieron.
ME NEGUÉ A CRECER… en el sentido de que me siguen gustando los dibujos
animados, con el mismo interés, risa y aprendizaje que de niño tuve.
ME NEGUÉ A CRECER… porque conseguía una amistad sin rencores,
sin ver color de piel, tamaño o condición. Lo que me importaba era compartir
con agrado.
ME NEGUÉ A CRECER… ya que noté lo más feo: Muchos adultos se
olvidan de lo que de niño hacían, de la disciplina y el respeto. Pero sí
recuerdan los golpes y ofensas para imitarlos.
ME NEGUÉ A CRECER… ya que de adulto no puedo fingir una cara
ante los niños y decir que yo lo hacía y así me corregían. Antes de levantar un
puño con ira, debo levantar el conocimiento y la enseñanza. Así me enseñaron en
la escuela y en mi casa.
ME NEGUÉ A CRECER… porque un adulto no debe temer el cantar,
reír, bailar, hacer muecas de cuando en vez, sin influencias del alcohol o algo
peor. Lo debe hacer con la espontaneidad que te da la personalidad.
ME NEGUÉ A CRECER… porque la madurez es subjetiva. Y hay
quienes piensan que la misma es seriedad en todo momento. Olvidan ver más allá
de los que se les presenta. El no querer crecer no me hace inmaduro,
irresponsable o alguien que levante desconfianza, sólo me hace ser yo.
ME NEGUÉ A CRECER… y sí, erré en muchas cosas que el orgullo
quizás tomó en mí: Un fuerte trabajo de sol a sol, un carro, una casa, viajes
por montón. Y la verdad es que no me quejo.
ME NEGUÉ A CRECER… como, trabajo, canto, bebo (no alcohol, otra
falsa señal de hombría y/o madurez), cumplo mis obligaciones con agrado, ayudo,
río, quiero, salgo y conservo en cada instante mi humanidad, con sus fallas y
aciertos. No es jactarme, es liberarme. Sí puedo ser ejemplo, me alegro, sí me
superan mucho mejor, porque cada quien tiene su lugar en el mundo y desde allí,
lo mejora.
ME NEGUÉ A CRECER… simplemente como pacta la sociedad. Crecí por
la edad, me ajusto a la realidad, fomento mi personalidad y a mi infancia,
adolescencia, adultez y visión de vejez, le dedico mi esencia con lealtad.
ME NEGUÉ A CRECER…PORQUE QUIEN OLVIDA A SU NIÑO O NIÑA
INTERIOR, SE HACE UN ADULTO DE TEMER.
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