viernes

Se nos va a quedar en el alma...

Se nos va a quedar en el alma hasta el fin de los días esa vez que lo hicimos, dónde lo hicimos y la premura que reinó.


Se nos quedará en el alma y corazón el no haber hablado claro y que hubiese algún factor pendiente del pasado de ambos que era factible regresara y nos separara, tal como lo hizo.


Y aún así se nos va a quedar en el alma el juego, la ternura, la pasión, el averiguar qué tenía cada uno en su intimidad.


Se nos quedará en el alma cada gemido, cada grito, cada beso, cada gesto bonito.


Se nos va a quedar en el alma el resentimiento de que no hubo una segunda vez, que sirviera para limar asperezas de esos algo que no hablamos y que crearon nuestro debacle.


Se nos va a quedar en el alma la molestia de no haber tenido un segundo encuentro aunque fuese...de despedida.


Se nos quedará en el alma el habernos despedido por teléfono, fuese con una cruda y reveladora llamada o un críptico y frío mensaje.


Se nos va a quedar en el alma no habernos consolado en palabras, acciones y juegos.


Y todo eso que nuestras almas grabaron como un cincel en el mármol de una olvidada tumba, ni un nuevo amor ni el transcurrir de nuestras vidas nos lo hará olvidar.


Esa espina se quedará taladrando el corazón, esa espada penderá como la de Damócles por encima de nuestros deseos y mejores recuerdos.


Todo eso por no hablar con claridad, por no buscar una forma mesurada de hacer las cosas, todo por no volver a hacernos el amor.


Por ello sólo nos queda lo que ahora tenemos, algunas palabras a veces, soñar contigo despierto, hablar sin decir nada al respecto. No sé sí es mejor que nada.


No sé tú, pero mi alma arrastra esa cadena y grillete que le desgasta las ganas de seguir.

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